




Capítulo 9 Enmarcado
Grace cayó al suelo, agarrándose la muñeca y mirando toda inocente, con lágrimas acumulándose en sus ojos como si estuviera gravemente herida. Miró a Isabella, su voz temblorosa.
—¿Por qué me empujaste, Olivia?
Una multitud comenzó a reunirse, todos luciendo confundidos. Isabella estaba atónita, la ira burbujeando dentro de ella. Ni siquiera había tocado a Grace, y sin embargo, la estaban culpando.
—¡No te empujé! —replicó Isabella, furiosa en secreto por la audacia de Grace.
Entonces, una idea iluminó la mente de Isabella. Rápidamente sacó las imágenes de vigilancia del pasillo del hospital, que mostraban claramente a Grace tropezando y cayendo por su cuenta.
—¡Miren esto! —Isabella levantó su teléfono, mostrando el video a Grace y Zoey desde la distancia, capturando claramente la caída autoinducida de Grace.
El rostro de Grace se puso pálido como un fantasma, su falsa inocencia desapareciendo al instante.
—¿Aún quieres discutir, Grace? —preguntó Isabella fríamente, con una sonrisa burlona en los labios.
—Yo... —tartamudeó Grace, el pánico escrito en su rostro. Bajo la atenta mirada de Michael, finalmente admitió— Tropecé sola. No fue culpa de Isabella.
Michael, que había visto todo, sintió que su decepción en Grace se profundizaba. Había pensado que ella era dulce y amable, pero sus acciones fueron una verdadera revelación.
Para recuperar un poco de dignidad, Grace forzó una sonrisa fría y espetó:
—¡Si ella no se hubiera apartado, no me habría caído! ¡Lo hizo a propósito! ¡Mi pulsera de herencia de mi abuela está rota por su culpa! Sra. Smith, sé que está enojada por su divorcio de Michael, pero no lo tome conmigo. ¿Es mi culpa que ustedes dos se separaran? —El tono de Grace estaba cargado de sarcasmo, claramente tratando de provocar.
Isabella se quedó momentáneamente atónita, la ira ardiendo dentro de ella. Las palabras de Grace eran como una daga en su corazón. El rostro de Michael también se oscureció, claramente harto de la actitud de Grace.
—¡Grace, ya basta! —espetó Michael, su voz teñida de enojo.
Isabella sonrió. Así que Michael también podía enojarse con Grace; había pensado que siempre la consentiría.
No queriendo ser difamada, Isabella recogió los pedazos de la pulsera rota del suelo, los sostuvo a la luz, luego se los entregó despectivamente a Zoey y se limpió las manos, como si hubiera tocado algo asqueroso.
Zoey preguntó:
—¿Qué quieres decir?
Isabella respondió:
—Solo sugiero que la próxima vez autentiques tus joyas. Usar imitaciones no es buena idea.
Con una fría sonrisa, Isabella se dio la vuelta para irse. Luego regresó, le dio una palmada en el hombro a David y dijo:
—David, recuérdale al Sr. Johnson que compre mejores joyas para su amante la próxima vez. No dejes que use cosas baratas, ¡es vergonzoso! Tengo algunas joyas decentes en la Mansión Johnson, dáselas a Grace. ¿Entendido?
—¡Entendido, Sra. Johnson! —respondió David automáticamente, luego rápidamente se tapó la boca, lamentando en silencio su desliz.
Grace estaba furiosa, lanzando miradas asesinas a David e Isabella mientras se alejaban. 'Olivia, solo espera. ¡Un día, te atraparé!' pensó amargamente.
A Isabella no le importaba en absoluto la ira de Grace. Sintió una ola de alivio al salir del hospital, casi riéndose de lo avergonzada que había quedado Grace. Estaba saliendo del edificio cuando escuchó pasos apresurados detrás de ella.
—¡Olivia, espera! —llamó Michael, persiguiéndola. Tenía preguntas—¿por qué había ocultado su identidad? ¿Quién era realmente?
Isabella apretó las llaves del coche, tratando de mantenerse tranquila. Saltó a su nuevo coche deportivo, el rugido del motor rompiendo el silencio y calmando sus nervios.
La ansiedad de Michael aumentó. Al verla a punto de irse, aceleró el paso. Justo cuando estaba a punto de alcanzarla, Isabella pisó el acelerador, alejándose a toda velocidad y levantando una nube de polvo.
—¡Olivia! —gritó Michael, instruyendo rápidamente a David para que condujera.
El paisaje se desdibujaba mientras los dos coches corrían. David apretó los dientes, concentrándose en el coche deportivo adelante, llevando su coche al límite, los neumáticos chirriando contra la carretera.
Isabella miró por el retrovisor, viendo a Michael siguiéndola de cerca. Sentía una mezcla de emociones, pero sobre todo desprecio. Sabía que huir no resolvería nada, pero no quería hablar con Michael.
¿Debería decirle a Michael que hace trece años, en esa oscuridad y lluvia aterradoras, la Isabella de once años había recordado sus ojos profundos? ¿Debería decirle que él le había salvado la vida, y que sin él, no estaría viva hoy? No, nunca diría nada de eso.
'Claro, los hombres son realmente despreciables. Cuando te preocupas por ellos de todo corazón, solo obtienes su desdén; pero cuando los ignoras, vienen a complacerte.' Isabella se burló, mirando el retrovisor.
Michael, sentado en el asiento del pasajero, estaba ansioso, agarrando el manillar con fuerza. Se volvió hacia David, su tono firme.
—¡Acelera, alcánzala! —Pero el coche de Isabella era increíblemente rápido, desapareciendo en una esquina en un instante, dejando a David frustrado.
—¡No puedo alcanzarla ni a toda velocidad! —David negó con la cabeza, impotente. A pesar de sus buenas habilidades de conducción, la potencia y velocidad del coche deportivo eran inigualables por su coche regular.
—¡Sigue persiguiendo! —Los ojos de Michael estaban fijos adelante.
David respiró hondo, pisó el acelerador a fondo, y el coche aceleró a través de la noche oscura, tratando de alcanzar a Isabella. Pero por más que lo intentara, parecía imposible cerrar la brecha con esa sombra ágil.
En poco tiempo, el coche deportivo de Isabella desapareció en la distancia, girando en un callejón apartado, mientras la ansiedad y la ira de Michael crecían. Finalmente, cuando el coche de Isabella se desvaneció de la vista, una sensación ardiente de frustración y enojo se encendió dentro de él.
—¡No puedo creer que se haya escapado así! —Su voz estalló, teñida de impotencia y frustración. Estaba decidido a no rendirse, a encontrar a Isabella y descubrir sus secretos.