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44. Dudas

Aisling no podía moverse. Sus articulaciones ardían de dolor, y su entrepierna aún más. La luz que se filtraba por el tragaluz y los ventanales le resultaba insoportable, así que se esforzó por incorporarse en la cama, aunque su cuerpo apenas le respondía.

Alaric yacía a su lado, con un brazo desca...