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59. El fin

[...]

—¡Rayos! —Me incorporo en la cama de un brinco, con los ojos bien abiertos y el corazón acelerado. Me froto los ojos con fuerza y doy palmaditas en mis mejillas, intentando despejar la niebla del sueño.

Suelto un bostezo mientras estiro mis extremidades, sintiendo una punzada de dolor en c...