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11. Toda mía

Vicenzo.

Su cuerpo tiembla entre mis brazos mientras inicio una lluvia de besos en su cuello. Jadea y cierra los ojos, deleitándose con cada gesto.

—¿Quieres que me detenga? —la insto a abrir los ojos nuevamente, y ella me mira sonrojada —. Estás disfrutando, pequeña.

—¿Acaso soy de hierro? —prot...