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Capítulo 34 — Rey de Roma.

—¡Detente, Yinah! —Thomas, su esposo, la sostenía entre sus brazos mientras la castaña intentaba golpearme de nuevo.

Por instinto, me alejo, sin quitar la mano de mi mejilla lastimada. ¿Qué está pasando? ¿Qué le ocurre a Yinah?

—Suéltame, Thomas.

—Las cosas no se solucionan así. Tienes que escuch...