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La mujer se puso pálida como un papel, no sabía dónde meter la cabeza; al final se puso cabizbaja y entrelazó sus manos con nerviosismo.

—Señor... Yo... —comenzó a llorar —. Lo siento muchísimo, ella estaba en problemas, me suplicó para que le ayudara a escaparse y lo hice, asumiré la responsabilid...