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Capítulo 261: Hablar con la escoria no requiere modales

Laura se sentó junto a Aiden como una frágil muñeca de porcelana, con los ojos vacíos, el rostro pálido y demacrado. Las luces del pasillo del hospital la iluminaban, haciéndola parecer aún más delicada y digna de lástima.

Laura no sabía en qué pensaba Aiden, ni le importaba. Su corazón ya se había...