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Frotó la punta de su nariz contra mi mejilla, acariciando la piel lentamente.

—Igualdad de derechos, Fenrir Dăneşti. Tengo tanto derecho a ser tocada como tú —susurré en un susurro, mi espalda presionada tan fuertemente contra la áspera corteza del árbol que era como si pudiera convertirme en parte...