




Capítulo 4
He mantenido en secreto lo de la noche de la exposición, aunque ganas de contarlo no me han faltado. Han sido cuatro semanas eternas. Me contengo porque sé muy bien que Mare se obsesionaría si menciono que conocí a un hombre que llamó mi atención, no pararía hasta saber cada detalle e insistiría con que lo llamara para quedar con él. Y no necesito ese tipo de presión ahora, recién comienzo a sentir que retomo mi vida y no quiero que nada altere mi resolución.
Uno de los pasos más importantes que he dado es volver a trabajar en la galería, ha sido positivo para mí, me motiva a levantarme cada día con ánimo y me mantiene centrada. He establecido una rutina, llego a las nueve de la mañana y me marcho a las cinco de la tarde. Al salir, asisto a terapia del dolor por mi pierna y, después, voy a cenar en un restaurante que descubrí hace poco, la comida es deliciosa y el ambiente muy cálido y ameno, con música de jazz en vivo, cortesía de un joven talentoso que fue descubierto en las calles de Hamburgo. El propietario no dudó en contratarlo cuando supo de él y lo está ayudando a estudiar música; eso me contó un mesonero cuando hice un comentario positivo del artista. Su historia me conmovió porque me recordó a Jake, pero no permití que la tristeza se asentara. Ha llegado la hora de vivir en el presente y dejar el pasado atrás, así duela. Debo intentarlo, por mí y por mi familia, que tanto me ha apoyado.
Hoy Mare ofrece una cena en su casa por Acción de Gracias, una celebración de su país, y prometí irme más temprano para ayudarla con los preparativos. Cuando llego a su casa,
mi cuñada me abre la puerta y me saluda con un abrazo y un beso en la mejilla para luego arrastrarme a la cocina y ponerme a trabajar. Ella es una gran cocinera, su madre le enseñó muy bien. Yo no sabía ni hervir un huevo hasta que viví con Jake, él intentó enseñarme, aprendí lo básico, pero confieso que cocinar no se me da muy bien; por lo que él se ocupaba de la comida, yo de la limpieza y la lavandería. El mercado lo hacíamos juntos.
Paso gran parte del día con Mare en la cocina preparando todo lo de la cena. Apenas hicimos una pausa para comer y luego continuamos. Yo me encargué de cosas sencillas como pelar las patatas, buscar recipientes o utensilios y pasarle ingredientes. Mi cuñada hizo el relleno del pavo y los postres. Sonia, su empleada doméstica, preparó la salsa de arándanos, el puré de patatas y los panecillos.
Como al pavo le faltan algunas horas en el horno, Sonia se queda a cargo mientras Mare y yo subimos a las habitaciones por una ducha. Su estilista llegará en cualquier momento para arreglarnos el cabello y maquillarnos. Me parece innecesario, sé usar un secador y me aplico muy poco maquillaje, pero Mare insistió y no es una pelea que pueda ganar, ella es la mujer más obstinada que he conocido y he aprendido a elegir mis batallas.
Tras ducharme en el baño de la habitación de invitados, me pongo un albornoz y me dirijo a la alcoba de Mare y Simon, donde nos atenderá la estilista. El día de Acción de Gracias es una fecha especial para ella, también para Keira. Es el segundo año que lo celebrarán juntas.
—Me habría venido mejor un baño en la tina —dice al salir envuelta en un albornoz blanco mientras se seca el cabello con una toalla—. Llamé a Simon, llegará a tiempo. —Toda su cara se ilumina con una sonrisa. Me hace feliz que ame a mi hermano del modo que lo hace, ella es todo lo que él merece. Incluso, más.
—Obvio que lo hará, mi hermano está loco por ti.
—Y yo estoy loca por él, aunque a veces me saque de quicio. Sabes de lo que hablo. —Ambas nos reímos—. ¿Crees que es muy temprano para comenzar a beber? —pregunta con una sonrisa pícara.
—Sí, a menos que no te importe estar ebria antes de que inicie la cena.
—Es verdad. —Me guiña un ojo y camina hacia el armario—. Hablando de la cena de esta noche, tengo un vestido precioso para que uses.
—Gracias, pero ya tengo algo para hoy.
—Conozco toda tu ropa y no tienes nada tan bonito como lo que yo elegí. Deja que te lo muestre y luego decides, ¿sí? —Hace un mohín gracioso que lo que me da es risa—. Anda, di que sí. A mí no me queda, si no lo usas, sería un desperdicio de dinero.
—Como si no pudieras devolverlo —giro los ojos—. Me lo probaré para que dejes de molestarme, pero no me lo pondré para la cena.
—Míralo y luego me dices. Creo que te encantará, es de tu gusto, con un toque de elegancia. Y el color es de tus favoritos. —Entra a su armario, que mide la mitad del tamaño de todo mi apartamento, y regresa con el vestido. Ni viviendo dos vidas se pondría todo lo que tiene ahí guardado—. ¿No es una belleza? —Me enseña un vestido azul oscuro, corto, de tirantes y escote en V con drapeado en el busto. La falda cae recta hasta las rodillas. Es lindo, esperaba algo más atrevido viniendo de ella, que suele vestir ropa ajustada y con escote. A Mare le sienta muy bien, tiene la figura para lucirlo, pero yo no, apenas tengo pechos. Aunque, así tuviera un cuerpo como el de Mare, seguiría vistiendo igual—. ¿Qué dices?
—Me gusta, voy a probármelo.
—¡Sí! Te quedará precioso, ya verás —dice con una sonrisa de oreja a oreja. Le gusta ganar, pero que todavía no cante victoria.
Adrienne, la estilista favorita de mi cuñada, llega justo en ese momento y dejamos lo del vestido para después. Mare la descubrió hace unos meses y, desde entonces, no confía en nadie más para que le arregle el cabello.
—Quiero un recogido elegante que sea fácil de soltar y me haga ver fabulosa. Tengo una lencería muy sexy que quiero estrenar esta noche con Simon. —Le dice antes de sentarse en la silla.
—No necesitaba saber eso —replico exagerando un gesto. Mare y Simon follan como conejos, los he oído más veces de las que quisiera recordar. No sé cómo no les da pena con la gente de servicio, yo me moriría de la vergüenza si alguien me escuchara gemir así.
—Pero si apenas he dicho algo. —Se defiende girando los ojos con dramatismo—. El sexo es lo más normal que existe, no deberías escandalizarte. Lo que te hace falta es un hombre que le dé alegría a tu cuerpo.
—¿Vas a comenzar con el tema? —Le cuestiono irritada, a veces se pone bastante pesadita y me saca de mis casillas.
—Ya, olvidemos que dije algo. —Vuelve a poner los ojos en blanco y llama a Sonia pidiéndole que suba aperitivos y daiquirís de fresa para todas. Pensé que habíamos acordado que era muy temprano para beber, pero no es extraño en Mare que haga lo que se le antoje.
Sonia entra no mucho después a la habitación con una bandeja con fiambres y los daiquirís, que tienen muy buena pinta. Me animo a probar el coctel y lo encuentro muy bueno, casi ni se le siente alcohol.
Termino mi bebida escuchando a Mare hablándole a Adrienne muy animada de la última colección de su diseñador favorito y me voy a sentar en su sofá a aburrirme como una ostra.
Cuando Adrienne termina de peinar y maquillar a mi cuñada, una hora después, tomo mi turno en el asiento.
—Un estilo wob te quedará perfecto, con el cabello suelto y ondas suaves que le den un aspecto fresco y natural. ¿Eso te gustaría? —Me pregunta mirándome a través del espejo.
—Sí, suena bien —contesto asintiendo. No entendí mucho de lo que dijo, pero confío en que sabe lo que hace, ha hecho un estupendo trabajo con Mare, se ve muy linda.
Le dedica un buen rato a mi cabello y luego me pregunta cómo me gustaría el maquillaje, le digo que lo más sencillo posible, porque no uso mucho, y el resultado es sorprendente. Es increíble cómo ha logrado destacar mis rasgos con solo algunos toques de color en mis pómulos, brillo en mis labios y máscara en mis pestañas.