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La vio a orillas de la cama mientras revisaba el teléfono. Con dulzura le hizo saber su presencia allí. Tomó la bandeja y se sentó a su par.

—A mí no me vas a rechazar la comida, te quiero sana, a los dos. Por favor, come un poco.

Asintió.

Aceptó cuchara por cuchara de aquella sopa. Tenía buen sabor...