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La verdad

—¡Por supuesto! Pasa —dijo, guiándome hacia su escritorio y ofreciéndome un vaso de agua.

Me derrumbé frente a él, sollozando incontrolablemente—. No sé cómo explicar esto —dije, cubriéndome la cara con las manos.

El sheriff esperó pacientemente, dejándome llorar, dándome el tiempo que necesitaba ...