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Silencio antes de la tormenta

Ella sollozaba, su cuerpo retorciéndose debajo de él, sus súplicas de misericordia cayendo en oídos sordos. Su furia solo se profundizó, sus embestidas volviéndose salvajes, incontroladas. Sus manos—Dios, sus manos—se apretaron alrededor de su garganta, y el mundo se desvaneció en una neblina sofoca...