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Portador de la muerte

Su cuerpo yacía sin vida, su piel quebradiza y pálida como pergamino antiguo. La esencia misma de él había sido drenada, dejándolo seco—tan seco, que se desmoronaba. Polvo se desprendía de sus dedos, sus labios agrietados como tierra quemada. Era como si la muerte misma hubiera alcanzado su interior...