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Por fin

Zaid camina delante de mí, y observo cómo los músculos de su espalda se contraen y tensan.

Es la altura perfecta, la complexión perfecta. Se me hace agua la boca al mirarlo, y aunque soy muy consciente de que todavía estoy en sostén, refuerzo mi decisión de no ser la que ceda.

Abre la puerta de su...