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No estoy listo para perdonar

Mi estómago se revuelve, aún vacío desde que no comí el plato de huevos que dejé en la sala.

Me siento en el borde de mi cama, mirando mi muñeca, mis dedos trazando la delgada línea elevada de la cicatriz. Usualmente es lo único que me mantiene en tierra cuando el pánico se apodera de mí, cuando el...