




Sueño de muerte
Parpadeo mientras él desaparece por el pasillo y aprieto los labios.
Muerte.
Eso es un poco dramático. Aun así, tengo esa sensación de vacío y retorcimiento en el estómago que me hace sentir náuseas.
—No te preocupes, trata a todos así.
Dirijo mi atención a una chica sonriente que está sentada a un escritorio de distancia de mí. Mira al profesor por un segundo antes de agarrar sus cosas y cambiarse al asiento que Zaid acaba de dejar.
—No estoy preocupada —susurro—. Solo me alegra que finalmente se haya ido.
Ella se ríe entre dientes.
—Sí, tiende a hacer sentir así a todos.
Yo también me río.
—Soy Nikki, eres nueva, ¿verdad?
Sonrío.
—Alina, sí, lo soy. Solo es mi segundo día hasta ahora. ¿Es tan obvio que soy nueva?
Ella me estudia mientras tararea.
—Bueno, eres muy bonita, es difícil no notarte cuando la mitad de la escuela está hablando de ti.
Mis mejillas se calientan y gimo.
—Oh, por favor, no me digas que me he convertido en el nuevo tema candente de chismes. Quería pasar desapercibida.
—Bueno, cuando tienes a Aiden y Zaid siguiéndote, es un poco difícil pasar desapercibida. —Me sonríe como si tuviera una broma interna con el resto de la escuela y yo estuviera fuera de lugar.
Sacudo la cabeza, frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa con eso de todos modos? Aiden tiene novia, ¿no?
Ella asiente, apretando los labios.
—Entonces, ¿por qué está siendo así conmigo?
Nikki se ríe y cuando le doy una mirada significativa, frunce el ceño.
—¿Hablas en serio?
—Bueno, sí. Pensé que estaba coqueteando conmigo. Yo también coqueteo un poco, pero ahora me siento tonta.
—Oh, créeme, está coqueteando contigo.
—Pero acabas de decir que tenía novia.
—Sí, pero es Aiden. Salta de chica en chica como si nada. Eres la nueva chica que ha captado su atención. Sadie jura que se casará con él, pero algo me dice que la dejaría por ti en el momento en que le digas que estás interesada.
—No estoy interesada —tartamudeo. Mentirosa, soy una mentirosa terrible.
Ella me mira de arriba abajo. Sabe que estoy mintiendo.
—Está bien.
—¡No lo estoy! —insisto, intentando mantener al menos algo de mi dignidad.
—Todo lo que dije fue está bien. —Reprime una sonrisa.
Me muerdo la lengua para no reírme, pero Nikki no es muy buena en eso y estalla en una risa contagiosa.
Gimo, dejando caer mi frente sobre el escritorio.
—¿Qué? Es guapo, ¿vale? No puedo evitarlo.
Nikki tararea en señal de acuerdo.
—Oh, muy guapo, y un muy buen besador.
Levanto la cabeza y mi mandíbula cae.
—¿Qué?
Ella agita la mano.
—Salimos un poco en la secundaria. Noticias viejas. Ahora solo es la estrella del deporte de la escuela y ocasionalmente nos saludamos. No hay rencores ni nada.
—¿Es raro que acabe de confesar que tengo un crush en tu ex?
Ella suelta una carcajada.
—Es difícil que sea raro cuando todas las chicas tienen un crush en él. No, no me molesta. Además, creo que serías una mejora respecto a Sadie, esa chica es una perra.
—Oh, es bueno saber que soy una mejor alternativa.
—Lo digo en serio. Aiden es un buen chico. A veces puede ser intenso, pero tiene buen corazón. Sadie no.
—No creo que tener buen corazón sea un punto en la lista de la mayoría de los chicos cuando buscan novia.
Nikki pone los ojos en blanco.
—Omg, cuéntame. Solo buscan grandes pechos y un trasero redondo, que por cierto, tú tienes ambos.
Le hago una mueca.
—No seas tan chico.
Su dulce risa me envuelve y, por primera vez en mucho tiempo, esa sensación amarga en mi estómago se desvanece. Es la primera persona con la que tengo una conversación que se siente natural, y es bastante divertido.
Suena el timbre y Nikki se levanta, su cabello rojo balanceándose.
—Encuéntrame en el almuerzo mañana. Normalmente me siento en el césped frente a la biblioteca.
Asiento mientras recojo mis cosas.
—Te encontraré.
Ella sonríe brillantemente y se despide con la mano mientras toda la clase sale del aula, llenando el pasillo. Las luces fluorescentes son brillantes, haciéndome doler los ojos.
Pero nada supera ese terrible dolor en mi estómago. El final del día escolar significa que tengo que ir a casa, ir a casa con mamá.
Camino rápidamente por el pasillo, sin detenerme para evitar a Aiden y Zaid lo más posible. Mamá está en casa cuando llego y la casa apesta a alcohol.
Hago una mueca, tapándome la nariz mientras mis ojos se llenan de lágrimas. Ella está acostada en el sofá con una botella entre las piernas. Su cabello es un desastre y su maquillaje prácticamente se derrite de su cara y baja por sus mejillas. Me detengo, preparándome para sus reproches y su odio.
—Mira quién está en casa —su habla es arrastrada.
—Hola, mamá.
Ella se burla.
—No me llames así.
Aprieto los labios y miro hacia otro lado, ignorando el escozor de las lágrimas en mis ojos. Ella no siempre fue así, y por alguna razón me aferro fuertemente a esos recuerdos, es lo único que me mantiene en pie en este momento.
—Soñé que eras tú quien moría en ese accidente de coche.
Me quedo congelada en mi lugar, mis venas se vuelven heladas mientras el oxígeno se expulsa de mis pulmones. No puedo decir si lo dice para herirme, o si simplemente está diciendo lo que piensa.
—Ojalá pudiera haberme quedado en ese sueño.
Vale, tal vez sí lo dice para herirme.
Aprieto los labios y dejo que las lágrimas caigan por mis mejillas. He tenido ese sueño muchas veces antes, también, y por mucho que quiera odiarla por sentir eso, por querer que su propia hija muera, no puedo evitar estar de acuerdo con ella.
—Tú y yo ambas —susurro, subiendo las escaleras a mi habitación donde paso toda la noche llorando.