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CAPÍTULO 5

Entró a la habitación, soltó su cabello y deslizó su albornoz, y así desnuda se metió entre sus sábanas de seda negra.

Estaba muy inquieta saber de la presencia de el profesor en su casa.

¿Que hace aquí? Se preguntó mentalmente.

Apagó las luces cerró los ojos y por un instante los abrió, de pronto vió esa silueta fornida parado en la puerta de la terraza de su habitación, su cuerpo tembló de miedo al sentirse invadida por ese extraño entrometido.

Se acerca a mi y Sigo como una hoja moviéndose al viento, de los nervios.

- ¿Que hace aquí? ¿Con que derecho invade mi habitación.?

Pregunto sin tener respuestas. Camina lentamente, rodea la cama quita las sábanas que cubren mi desnudo cuerpo.

- Niña mala estás desnuda, y eso me gusta. Se sube a sobre mi cuerpo, me prisiona con sus piernas, y sostiene mis manos por encima de mi cabeza.

- Serás mía niña malcriada, te castigaré por ser una niña mala.

Susurra en mi oído.

- ¡Suelta Me! - Trato de sacarme lo de encima pero no puedo.

- Shiiiii, callada niña mala. Hoy yo obedecerá mis órdenes. ¿Entiendes? Yo te ordeno. Y tú me obedecerás.

Sacó un pañuelo de su bolsillo, y lo ató a mis manos junto a la cama, luché para sacarme lo de encima nuevamente, pero era más fuerte que yo, esos brazos, ese perfume, su aliento mentolado, hizo estremecer mi cuerpo. Quitó su corbata.

Se acercó a mí, y en un susurro me dice entre un roce de labios.

- Déjame mirar tus ojos de esmeralda, que me vuelven loco. Son tan hermosos, y esos labios una tentación.

Pasó su lengua por ello, sentir esa húmeda lengua sobre mis labios, era muy excitante.

Vendó mis ojos con la corbata, ya no veía solo sentía su aliento rozar mi cuello, sus manos deslizándose a través de las sábanas, me estremezco porque esa sensación de sentir sus manos sobre mi, me calienta y mucho.

De pronto me siento descubierta, el tira nuevamente de las sábanas, se que me mira, lo siento, siento esa mirada penetrante sobre mi, estoy desnuda.

- Niña mala ¿Por qué estás así? Pregunta nuevamente.

- Te ordeno que actives tus sentidos.

Sentirás cada roce cada caricia que te proporcione. Me sentirás en cada una de ellas y desearás más de mí.

Sentí como deslizaba una sutil pluma por mis piernas, subió muy despacio y eso me producía un escalofrío mi cuerpo temblaba.

- Habré las piernas niña mala. - Me ordena y obedezco.

Abrí mis piernas y sigue con la pluma acaricia mi sexo con ella, y un gemido sale de mi garganta.

- Mmmmm.

Continúa subiendo por mi vientre, luego llega a mis pechos, y es ahí donde hace énfasis en mis pequeños pezones haciendo círculo con la punta de la pluma.

Muerdo mis labios tan fuerte, casi hasta sangrar.

- No puede cerrar las piernas, niña. No te di permiso de hacerlo.

Arqueo mi espalda por la necesidad que siento, de que los tome en su boca.

"Dios este hombre me va a matar"

Sigue jugando en mis pechos, primero uno después el otro. Luego va subiendo lentamente por mi cuello, mi boca está abierta mis labios tiemblan.

- ¡Aaaah! - Un gemido sale nuevamente de mi garganta.

Jamás había experimentado tanto placer.

Siento su aliento cerca de mí oído, y en un sutil susurro me pregunta.

- ¿Te gustó? Niña mala, contesta.

- Sii. Me gusta. - Respondo de la misma forma.

Siento un aroma delicioso, mi favorito, chocolate.

Y nuevamente siento, y esta vez es algo tibio deslizándose entre mis pechos y bajar a mi vientre.

Siento uno de sus dedos hacer círculo en la sustancia deslizándose hacia mi cuello, mis labios siguen temblando, mi boca está entre abierta paso la punta de mi lengua por ellos y es ahí que siento su dedo introducirse en mi boca. Uno luego dos y por último un tercero.

El retira sus dedos y acaricia mis labios arrastrándolo entre ellos.

- Saborea todo lo que te ofrezco niña.

Empezó nuevamente a deslizar uno de sus dedos con sabor a chocolate en mi boca, lo saboreo, lo lamo, un segundo dedo entró y siento que mi cuerpo arde. Los movimientos de mis caderas son involuntarios.

Mientras sus dedos están en mi boca, la otra mano juega con mis pezones.

Es una tortura por qué deseo más a cada momento que pasa.

- ¿Te gusta lo que sientes?. Respondeme con tus gemidos, niña.

- Mmmmm.

Mis gemidos no se hicieron esperar.

Los dedos abandonaron mi boca, y fueron recorriendo me toda, hasta llegar a mi entrepierna, recorrió cada zona íntima, y con esos dedos traviesos jugaban en mis labios vaginales haciendo círculos, hasta que poco a copo se fue abriendo paso a mi entrada muy mojada por el desbordamiento de mi manantial.

Jugó en mi entrada y mi sensible clítoris.

- ¡ Aaaah Diooos!.

Los movimientos de mis caderas son más pronunciados, con su pulgar juega en mi clitoris, mientras sus otros dedos juegan en mi entrada deslizándose muy despacio hacia dentro.

- Siente me, niña déjate llevar por lo que sientes. Por todas esas sensaciones que te hago sentir.

Sus movimientos eran cada vez más urgidos y mi cuerpo estaba a punto de estallar.

- Vamos niña, sé una niña buena ahora dale a tu Swett daddy lo que desea.

Siento mi cuerpo tensarse, una sensación de descarga me recorre toda, mi espalda se arqueaba, mis pezones eran dos puntos sensibles que al mínimo roce de sus dedos era electrizante.

Y el vaivén de sus dedos en mi entrada era torturador.

Deseaba más, deseaba ser poseída ahí, y ya, deseaba sentirlo dentro de mí.

- Vamos niña dámelo todo, todo niña mala.

Una descarga recorrió mi cuerpo y exploté en un orgasmo tan placentero, mi cuerpo convulsiona de los espasmos que sentía.

Mi respiración está agitada, y mis gemidos son más fuertes.

- ¡Aaaah Aaaah!

No me recupero bien de mis espasmos y siento sus labios recorrer mi vientre bajando a mi entrepierna, siento esa lengua caliente invadir mi intimidad, juega con mi hinchado botón dulce que me lleva al cielo.

Lo succiona, siento esa lengua invadir me toda, juega en mi entrada muerde cada pliegue de mi intimidad.

Va dejando besos húmedos.

Sube nuevamente por mi vientre, llega a mis pechos, juega con mis pezones, los muerde, los lame, los succiona tan fuerte que el dolor me causa placer.

Sube por mi cuello, llega a mi boca, percibo mi aroma en su rostro y mi sabor en su boca.

Desata mis manos, quita la corbata de mis ojos y con su tono de voz ronca y magnética me susurra al oído.

- No abras los ojos niña mala, cuando te lo ordene lo harás.

Nuevamente bajó dejando un camino de besos por todo mi cuerpo, hasta llegar a la punta de los pies, besando cada uno de ellos.

Mi respiración está muy agitada, y mis manos aferradas a las sábanas. Y es ahí cuando escucho su orden

- Muy bien, niña abre los ojos.

Abro mis ojos, y la luz del sol me molesta un poco, estoy bañada en sudor, levanto las sábanas y me miro desnuda y ¿Mojada?

" ¿Qué carajos pasó aquí?"

Me cubro con el cobertor por que escucho ruido en el baño.

- Mi niña pensé que tendría que volver a llamarte.

- Nana ¿Que haces aquí?

- ¿En verdad me estás preguntando eso? Estoy preparando tu baño, ya está listo, puedes ir mi niña.

- Gracias Nana.

- Te espero abajo con tu desayuno.

Veo salir a mi nana, me envuelvo en las sábanas y voy al baño. Me deslizo en la bañera tiro hacia atrás mi cabeza cierro los ojos, y recuerdo cada cosa que soñe.

- Jodido sueño. ¿Por qué te metes en ellos profesor? Si nos odiamos.

Una suave esponja deslizó por sus piernas no podía dejar de pensar en ese húmedo sueño, cerraba los ojos y sentía su cuerpo estremecer.

- Fue tan real. Lo sentí tan real. - Se cuestionaba se pasó sus manos por sus pechos los apretó, y una sensación electrizante la embargó.

Bajó sus manos por sus piernas y fue deslizando las por su intimidad.

- ¿Humeda? Estoy húmeda y no precisamente por el agua.

Salió del baño luego, secó sus rubios cabellos, se formó una coleta, tomó sus pertenencias, y bajó al comedor donde estaban todos.

- Buenos días familia mía. - Expresó muy contenta, sentía una felicidad algo extraña. Ni ella misma se explicaba lo que sentía.

Saludó a cada uno con un beso, a su abuelo, sus padres y hermanos.

El desayuno pasó cómo cada día entre charla y proyecto de familia.

Se despidió para irse a su amada universidad.

- ¡Hola! Miguel Ángel. Buenos días.- Saludó con una enorme sonrisa.

- Princesa ¿Estás lista? - Miguel Ángel la miró algo extrañado.

- Si Mig. Vamos .

Dijo subiendo se a su auto.

El trayecto a la universidad fue en completo silencio.

Miguel Ángel la miraba por el retrovisor. Ese comportamiento no era habitual en ella. Ella no era así.

- ¿Me han cambiado a mi princesa? Por que esta que llevo aquí es una versión que ella odia.

- No Mig, es la misma revoltosa de siempre.

- ¿Entonces por qué estás así? Tú no eres así. ¿Pasó algo que yo no sé?

- Mucho y nada pasó Mig. Pasó de todo y a la vez nada.

- Serías tan amable de explicarte mejor. Princesa por favor.

- Es que ni yo sé cómo explicar lo que me sucedió Mig. Es todo tan confuso. - Bien muñequita después de que no esté tu integridad en peligro, tod

o está bien.

El resto del viaje fue en completo silencio.

Luggina pensaba en como mirar a los ojos al hombre que le hizo conocer el cielo en sueños.

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