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Lukyan estaba parado delante de una de las ventanas viendo hacia el horizonte. Sus dedos apretaban tan fuerte sus brazos que sus uñas se enterraban en la piel. Una mano de repente la detuvo.

-Madre, te haces daño- el lobo miró hacia un lado viendo a su hijo mayor.

-Matías- él exhaló aire contenido...