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Lucian sintió que la respiración se le quedó atorada en su garganta.

-AIDAAAAAAN- gritó poniéndose en el borde del barranco y mirando hacia abajo.

Esa era una caída grande, peligrosa y sin posibilidades de volver. O dios, o dios. Aidan, su Aidan. Si solo hubiera estado más atento. Demonios. No, no ...