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Lukyan llevaba de la mano a su hijo mientras a su lado Matías y Fallen los acompañaban. Dante iba delante conversando algo con Sacha y Axel y parecía divertido pues estos dos se carcajeaban constantemente. El lobo les sacudió la cabeza como si fueran cachorros muy jóvenes y eso parecía avergonzarlos. El omega sonrió levemente. Eso era lo que se había imaginado para una familia. Un padre para sus hijos y una felicidad plena como esposo.
Dante había tenido trabajo constantemente por lo que a veces solo podrían reunirse para almorzar y cenar y después de ponerse al día con lo que hacía cada uno de ellos y preguntar si necesitaban algo, volvía a sus tareas. En la noche caía casi muerto en la cama y había momentos que dejaba que lo bañara y le diera un masaje. No le molestaba para nada hacerlo. Era verdad que había trascurrido un poco más de 7 años después de la gran tragedia, pero el tiempo se medía en los lobos de una forma diferente, tanto que los años pasaban como si fueran días.
Todavía quedaban secuelas de aquellos sucesos y aunque habían logrado restaurar a la manada de hierro y ubicado a todos sus integrantes aún no tenían un líder. No había nadie que cumpliera con las expectativas necesarias como alfa. Aunque había rumores de un lobo que estaba siendo entrenado por Lucian que pronto podría tomar el lugar de alfa. Eso aligeraría parte de la carga del líder del Consejo de llevar dos manadas.
Lukyan se detuvo en la parte trasera del inmenso patio de la mansión. Esa tarde, después de poder escaparse Dante, les había propuesto salir a correr. Quería enseñarle a Aidan como era la transformación a pesar de que a él le faltaran algunos años para desarrollarse. Los lobos no alcanzaban su capacidad hasta alrededor de los 15 años, pero con lo avanzado que estaba el desarrollo del niño era mejor precaver.
A diferencia de los cachorros de su edad Aidan ya caminaba a los 6 meses, hablaba a la perfección a los 8 y podía leer por si solo al cumplir su primer año cuando esto eran cosas que los lobos comenzaban a mostrar síntomas a partir de los 3 años. Además, el cambio estaba siendo visible ya en su cuerpo. Parecía un niño incluso más alto para su tiempo y con rasgos más maduros. Era como si el crecimiento de él se viera fraccionado a una cuarta parte del tiempo normal, cualquiera podría decir que tenía al menos 10 años más de los que realmente tenía. Internamente era algo que les preocupaba tanto a Dante como a Lukyan, aunque ellos no comentaban nada a las demás personas a excepción de Edgar. El doctor estaba al tanto de la situación e investigaba sin obtener muchos resultados.
Cada día que pasaba, el alfa tenía que reconocer que Aidan se parecía más a su madre, aun así, había detalles que lis diferenciaban, era hermosos, cada una a su estilo. Se sentía bendecido por todo el cariño que estaba recibiendo en estos años. Cuatro lobos que tanto como lo ayudaban lo ponían en problemas, un lobito que a pesar de ponerse molesto con él algunas veces, con un simple beso él lo disculpaba y un formidable esposo que lo apoyaba en todo momento incondicionalmente y al que le entregaría el mundo si fuera necesario.
-Sonríe como un bobo, alfa- Axel se burló después de notar que este miraba a Lukyan y Aidan sentarse sobre el césped.
-Me parece que hay cierto cachorro que se está tomando varias atribuciones y ya no me respeta- Dante se recargó contra él sin utilizar todo su peso- Tienes alguna idea de algún correctivo para él- se cruzó de brazos y le sonrió con una sonrisa lobuna.
Axel se tensó y corrió contra Lukyan abrazándose contra su cuello.
-Ma, me quieren castigar- actuó como un cachorro pequeño, eso siempre funcionaba.
-¿Dante, qué le hiciste?- Lukyan regañó al alfa acariciando la mejilla de su hijo.
-Ma, fue culpa de Axel- Matías le comentó al oído.
-Lo sé, pero tú no digas nada- le respondió él de la misma forma.
-Lukyan, me parece que tú y yo tenemos que hablar seriamente esta noche- Dante se fingió indignado
-Sí, seriamente- Sacha pasó por el costado haciendo una mueca- Sabemos muy bien de qué hablan ustedes cuando la puerta está cerrada de noche. Por eso no nos dejas dormir con nuestra madre-
-Sacha- le reprendió Fallen tras sus palabras dejar estupefactos a sus padres que solo tenían la boca abierta- Nosotros tendremos nuestra oportunidad de raptar a nuestra madre y tenerlo para nosotros, no critiques al acaparador del alfa-
-Cachorros, mídanse, su hermano menor está aquí- los regañó Lukyan avergonzado con Dante y tapando los oídos de su pequeño, sus hijos verdaderamente habían ganado demasiada confianza al relacionarse con el alfa en los últimos tiempos.
Se burlaron como si aquello fuera parte de su rutina. El ambiente se sentía realmente bien. Aidan no comprendía sus comentarios y solo se mantenía sonriendo sentado en las piernas de Matías.
-Bueno vamos a correr, tengo trabajo en la tarde y necesito despejar la mente. Quién me acompaña- Dante se incorporó quitándose la camisa.
Los chicos se miraron y asintieron con la cabeza, correr con el alfa se había convertido en una tarea realmente retadora. El lobo tenía una agilidad digna de su capacidad muscular y patas largas y fuertes y el objetivo de ellos desde la primera vez que lo hicieron era pasarlo. Sacha y Axel incluso habían utilizado sus trucos intentando derribarlo, pero era demasiado rápido y solo terminaba burlándose de ellos.
Matías dejó suavemente a su hermano al lado de su madre antes de dejarle un beso en la cabeza y unirse al grupo. Los cinco lobos pronto estuvieron desnudos transformando sus cuerpos, dejando que sus pieles se cubrieran de espeso pelaje y aparecieran todos sus rasgos lobunos. Dante fue el más rápido en hacerlo, mientras mayor era la edad más fácil se volvía la transformación.
Recordaba sus primeros años y maldecía ser lo que era. Su madre siempre los había apoyado pues su padre estaba realmente ocupado con la reunificación y gracias a ella el dolor era más soportable, pero de igual forma no eran buenos recuerdos. Los huesos se quebraban, se encogían, se estiraban, cambiaban al igual que los músculos y todo eso era mandado directamente a su cerebro. A esta altura ya ni siquiera lo sentía, pero sus hijos todavía lidiaban con eso pues les tomó un tiempo considerable llegar a su forma original.
Se notaba que eran hermanos, todos ellos tenían un pelaje parecido, con alguna que otra mancha que los diferenciara, además de su altura. Sacha era el más pequeño de todos, pero el diablillo era por lejos el más rápido del grupo, cosa que molestaba sobre todo a Axel que nunca podía pasarlos. Fallen a pesar de ser el segundo hermano era el más corpulento y más alto, tal vez porque siempre estaba entrenando cuando tenía un tiempo libre con el objetivo de tener la fuerza de proteger a sus hermanos. En cuanto a Matías, su pelaje era el más oscuro y su tamaño mediano a pesar de ser el mayor. Dante había decidido que debía entrenarlo más.
-Amor voy a correr con los cachorros- Dante se giró hacia Lukyan revisando por última vez el estado estable de su hijo.
-No todos ellos son cachorros- Lukyan le rectificó.
-Es más fácil hablar en plural y además a ellos no les molesta- alzó los hombros a pesar de que el ceño fruncido de Fallen y Matías le indicaban que no estaban de acuerdo con eso, pero ya era una batalla perdida, para Dante ellos serían siempre sus cachorros aun si por sus venas no corriera su sangre.
Lukyan los vio irse y se giró hacia su hijo acariciándole el pelo. A Aidan siempre le gustaba que lo estuvieran tocando por lo que sonrió cuando esta le sobó la cabeza.
-Tu hermano mayor hizo un desastre en tu cabello- Matías había insistido en aprender a peinarlo después de ver a Fallen hacerlo- Déjame arreglarte para cuando ellos vengan-
-Si ma- Aidan se corrió poniéndose delante de él.
Lukyan desató el reguero de torpes trenzas y una calidez lo recorrió. Su hijo poco a poco se estaba mezclando con su familia y hacía su mejor esfuerzo. A pesar de todas las preocupaciones sentía que podía respirar tranquilo al menos por ahora. Trenzó nuevamente el cabello de Aidan y besó su cabella abrazándolo. Su hijo tenía un olor suave, casi parecido al jazmín, relajante y ligero que daba ganas de fundirse con él y sumía al omega en una tranquilidad increíble.
-Ma, tengo hambre- Aidan jugaba con los dedos de su madre –Podemos comer algo mientras pa regresa-
-¿Qué quieres comer?- Lukyan miró por donde se habían ido los machos sabiendo que tardarían al menos una hora en regresar, siempre se emocionaban mucho y Dante aprovechaba para hacerles el recorrido por la manada.
-Cualquier cosa que me des está bien- de repente un olor llegó a él que le hizo quitar la atención de su madre. Un delicioso aroma que era mejor que toda la comida que le pudieran dar.
Lukyan suspiró, su hijo era poco exigente para algunas cosas. Se giró para buscar en la cesta que habían traído con demasiada comida. Había desde panecillos, hasta un trozo de carne que Dante y Axel habían insistido después de llegar a la conclusión que necesitarían proteína.
-Aidan, quieres algo dulce o salado-
Esperó la respuesta de su hijo, pero esta nunca llegó
Lukyan abrió los ojos alarmado y se giró encontrando solo un bulto de tela en el suelo. Estaba solo.