Read with BonusRead with Bonus

Mantenida

—Solamente serán necesarias las cosas de limpieza, en el psiquiátrico se le pondrá uniforme.

—Muy bien.

La niña Anayanci trataba de mantenerse fuerte, al igual que el joven Jorge, pero cuando se la llevaron, ella estaba consciente.

—¿Me llevan a pasear? — preguntó ilusionada — ¿Adónde vamos?

Al escucharla, no pude contener las lágrimas, me acerqué a ella y le di un beso en su cabeza blanca.

— La quiero mucho, señora Amalia.

—Yo también, mi niña, y perdóname por lo que te hice.

Ella me abrazó, pero de repente cambió y me estaba ahorcando; los muchachos la sostuvieron fuertemente, y ahí fue cuando el joven Jorge se desmoronó.

—Joven…

Él me abrazó fuertemente mientras sus lágrimas caían por mi cuello; yo correspondí al abrazo y no pude evitar llorar.

—Shhh, todo va a estar bien, joven.

—No quiero que se vaya.

—Es lo mejor para ustedes, créame.

Una vez que se la llevaron, vi cómo la niña Anayanci se puso peor que el joven Jorge, sin embargo, logró reponerse.

—Tenemos que ser fuertes, Jorge.

Ellos no tenían a nadie más que ellos mismos. Tomé mis cosas y me despedí de ambos.

Me fui de esa casa y me sequé las lágrimas que todavía recorrían mis mejillas. Esperé el bus que me llevaría a mi hogar y una vez que llegó, subí. Me bajé en el sitio de siempre y empecé a caminar tranquilamente.

Me detuve en un bar bastante caro de la ciudad. Al ver quién estaba ahí, me sorprendí y pude sentir cómo la rabia se apoderaba de cada rincón de mi ser. Sin dudarlo dos veces, entré al sitio.

—¡Carlos! — le grité fuerte y él me miró — ¿Me puedes decir qué demonios estás haciendo aquí?

—¿Qué te importa? Ahora lárgate porque no te quiero ver — él me empujó — aquí no es sitio para monjas como tú.

—¡Suficiente! ¡Nunca más me vuelvas a empujar o a tocarme de la forma en que lo hiciste!

Le solté una bofetada que resonó en todo el sitio. El gerente, al ver el escándalo que estábamos haciendo, terminó por corrernos. Tomé un taxi y al llegar a casa, seguimos con la discusión tan acalorada que empezamos en aquel sitio.

—¡¿Qué sucede?! — preguntó Lina — ¿Por qué te atreves a tratar así a tu hermano mayor? Recuerda que él es el hombre de la casa.

—¿El hombre de la casa? — dije irónicamente — pues para que lo sepas, el hombre de la casa se fue a gastar el dinero que le había estado dando todo este tiempo para las cosas de la universidad en un bar bastante caro. Cuando le reclamé, se atrevió a empujarme sin ninguna consideración. Tengo más coraje yo, que él.

—Tu hermano tiene derecho a divertirse, así que no te atrevas a tratarlo así — ella lo abrazó de manera protectora — así que te quedas callada.

—No, esto sí que no lo voy a permitir — mis ojos la vieron con furia — ¿Acaso me crees estúpida? ¿Piensas que no sé qué me estás cargando con las cosas de tu precioso Carlitos porque tienes un macho al que le envías dinero? Por favor, ni siquiera un polvo te da porque está hasta los quintos infiernos.

Lina se sorprendió al verse descubierta, pero casi al instante me dejó ir una bofetada que resonó por toda la casa. Mi cabello cubrió mi cara, y pude sentir cómo la rabia que me había estado aguantando simplemente salió a flote.

—Escucha muy bien — aparté mi cabello — a partir de este momento, la Lucía tonta e ingenua que conocieron se fue al demonio. Ya no pienso permitir que me sigan pisoteando solo porque se les antoja.

Me fui de ahí, y pude ver los rostros sorprendidos de mi nani, junto con los de la chaparrita. Nadie se percató de la seria herida que tenía en mi cabeza, ya que estaban en una especie de shock porque nunca creyeron que alguien como yo se atrevería a alzar la voz.

— ¿Qué te ocurrió en la cabeza? — preguntó la chaparrita entrando al cuarto — vamos, solo dilo.

La pregunta de mi tía, o como le decía de cariño, la chaparrita, fue lo que ocasionó que dos lágrimas se deslizaran por mis mejillas. Le conté lo que me había sucedido, ella se sorprendió y me acarició la mejilla.

— Cuanto lamento que te quedaras sin trabajo, vamos a decirle a todos lo que sucedió.

—No, la realidad es que las cosas en este momento están demasiado candentes, y no quiero echarle más leña al fuego cuando le diga a Lina que estoy sin trabajo. Aunque para ser franca, no me importa lo que piense de mí en estos momentos, pero se requiere de una fortaleza muy grande para confrontarla dos veces seguidas.

Mi nani llegó al cuarto, entonces platicamos, mientras en la sala había un silencio sepulcral. Todos nos fuimos a dormir, y al día siguiente, mientras estaba acostada en la cama, llegó Lina.

No tenía ánimos de discutir con ella antes de tan siquiera tomar mi taza de café, pero sabía a la perfección que las cosas no se podían seguir ocultando más tiempo.

—¿A qué hora te piensas levantar para ir al trabajo?

Suspiré, luego le conté lo que sucedió ayer, y ella suspiró. No era un buen momento para que me quedara sin trabajo, pero no tenía otra opción, no por Lina, sino por mí.

—Prepararé mis papeles para ir a buscar empleo, y también revisaré el periódico. Desde ya te digo que no pienso seguir manteniendo los vicios de Carlos, ni tampoco a tus amantes.

El empleo en la casa de la niña Anayanci lo había conseguido porque puso un anuncio en el periódico, así que quizás podría correr con la misma suerte.

—Consigue trabajo cuanto antes, tienes que apoyar a tu hermano con sus estudios. Mi dinero lo gasto en lo que más me parece. La próxima vez, sé un poco más discreta. Por suerte, ni tu tía, ni mi mamá te escucharon decir lo de mi pareja.

—Me importa muy poco lo que desees o lo que me pidas. Me cambiaste por completo, así que conmigo no cuentes. Daré el dinero para la comida, y eso va a ser todo. Ahora quiero que te vayas de aquí, si no lo haces, atente a las consecuencias.

Ella se fue del cuarto sin decir nada. Me levanté y esperé al repartidor de periódicos para comprar todos los que vendía. Cuando llegó, le pedí uno de cada uno. Al ver mi lesión, me preguntó por ella. Es el colmo, hasta este hombre se dio cuenta de esto, y Lina ni siquiera se había percatado.

Le pagué y comencé a buscar empleo como enfermera o cualquier otro puesto que encontrara, ya que con la situación así, no me puedo dar el lujo de ser exigente.

Encerré en un círculo las ofertas a las que podía aplicar y desayuné con mucha hambre, puesto que ayer no cené nada.

—¿Qué haces aquí? — preguntó Carlos — se supone que tienes que estar en el trabajo.

—La despidieron del trabajo — dijo Lina despectivamente — ayer la botaron y hasta ahora me dijo.

—Lina, por favor, no lo hagas ver como que me corrieron por irresponsable.

—No encuentro otras palabras de cómo describirlo.

Yo no dije nada y me apresuré a desayunar. Terminé y fui a bañarme para ir a buscar empleo, porque no podía darme el lujo de descansar. Fui a varias entrevistas de trabajo, donde quedaron en llamarme, y así estuve todo el día. Solamente comí pan y soda para poder llenar mi estómago. Llegué a mi casa muerta de cansancio y me puse a navegar en internet para buscar ofertas de empleo. La situación era difícil, pero no imposible encontrar algo.

Envié varios currículos para ver si corría con suerte y me puse a esperar. Estuve dos días metiendo papeles en diversos lugares para ver si así me llamaban de algún lado. Las semanas pasaron y el teléfono no sonaba en absoluto. Un día de tantos tuve la suerte de que me llamaron para una nueva entrevista, así que me presenté...

Previous ChapterNext Chapter