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—Por favor —volvió a suplicar, pero él negó con la cabeza. No caería de nuevo en el juego de Briana, a pesar de verla llorar.

Eduardo se marchó y decidió que la mudanza sería ese mismo día. Briana, amargada, se sintió afligida. Cubrió su rostro entre sus manos y tomó su teléfono con dificultad. La ...