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Al llegar a casa, el silencio me invadió. No estaba las risas de Emma, tampoco las bromas de Briana. Me sentía nuevamente solo, y era un sentimiento avasallante y triste.

Vi una película, y esta vez sí fue de terror. No me da miedo. Aunque sabía que a Brianna sí.

Tomé mi teléfono, quería enviarle u...