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La verdad

Fernando

Sin pensarlo me acerqué y le di un enorme abrazo seguido de un beso en la mejilla. La señora me miraba y su rostro se iluminaba.

—Estás enorme, no te veía desde que eres un muchachito.

—¿Qué hace acá? A Mariana le encantará verla y a mi abuela.

—Por favor no le digas a nadie que estoy a...