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La sorpresa

Puedo escuchar como el ruido de la lluvia y los refucilos los cuales aumentan cada segundo. Sin dudarlo me pegué aún más al cuerpo de Fernando y reposé mi cabeza en su pecho.

—Mi princesita le sigue temiendo a las tormentas —Él ríe burlón

—¡Claro que no! ¡Ah! —Exclame cuando escuche un refucilo aú...