Read with BonusRead with Bonus

82

Segundos después, la puerta se abre, y yo estoy de espaldas con temor a enfrentarme a esa fiera que seguramente sacará sus garras y me descuartizará para alimentar a los perros de la calle con mi carne.

―¡Hola! Qué sorpresa verte por aquí, entra, por favor.

Me ofrece y se nota que está muy cómoda ...