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Yeni se ha quedado helada con esa confesión que le hizo su esposo, aunque en su mente se repite que eso es una maldita broma.

—¡Oh por Dios, Alberto, como dices eso! —dijo la chica indignada.

—Así sucedió, mi amor. Ellos me obligaron a tomar el arma que ellos tenían y me exigieron que disparara, y...