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— Este día estaría de cumpleaños mi padre, pero por esos malditos que le arrebataron la vida, él ahora ya no puede celebrarlo. —Le comentó el joven José Luis a su amigo, en tono de melancolía.

— Estoy seguro de que en cualquier lugar que él se encuentre celebrará este día, no como lo hacía cuando estaba aquí en la tierra contigo, pero lo disfrutará. — Le respondió su amigo muy triste, ya que a él también le dolió la muerte de ellos.

— Aún recuerdo como si hubiese sido ayer, cuando mi tío me dio la noticia de que mis padres habían muerto. Yo pensé en ese momento que habían tenido un accidente en el auto, pero mi tío me explicó que los habían asesinado con arma de fuego.

— Sí, recuerdo que ese día tenías examen en el instituto y por eso no te llevaron a ese viaje con ellos y te quedaste en casa de mis padres.

— Hubiese preferido irme con ellos, aún no entiendo por qué no me quisieron llevar en vez de decidir dejarme donde tus padres. De haber sido así, yo no estuviera extrañándolos y con el dolor de su repentina partida.

— No digas eso, José Luis, sabes que eres como mi hermano y me hubiese dolido perderte. Yo les agradezco a tus padres que no te quisieron llevar.

— Te juro por la memoria de mis padres, que cuando yo sepa quién es el culpable, lo haré pedazos con mis propias manos. —Dijo el joven José Luis, apretando con fuerza sus manos y formando un puño con sed de venganza.

— Ya han pasado varios años y la policía no ha encontrado el culpable del doble crimen, a estas alturas dudo que se descubra quién lo hizo. —Comentó el otro joven. —Pero lo que este no sabía, es que José Luis, desde hace un tiempo atrás, sabe quién fue que los asesinó y por eso ahora está buscando venganza en Clara Isabel.

— Yo no pierdo la esperanza de que algún día se descubra a los que lo hicieron Alberto, tengo la fe de que eso pasará y más temprano que tarde veremos sufrir a esas personas.

— Bueno, pero mejor ya dejemos ese tema, porque tú te pones de muy mal humor y después me andas regañando a mí, por cada cosa que hace mal alguno de tus empleados.

—¡Ajá! ¿Y no eres tú el vicepresidente de esta empresa pues?, tú eres el encargado de mantener el orden aquí para que los empleados no cometan errores y me vengan a mí con las quejas.

— Eres un mal amigo, ¿lo sabías?

— Ja, ja, ja, sabes que es una de mis tantas bromas, no te lo tomes a pecho, por favor.

— ¿Te acuerdas de la chica de la fiesta de hace unos días?

— Sí, la que bailó contigo. ¿Qué pasa con ella?

— Me gusta, hermano. —Confesó Alberto.

— ¿De verdad? ¿Y ya se lo dijiste? —preguntó José Luis con curiosidad.

— Sí, ya se lo dije y ya estamos saliendo para conocernos más.

José Luis dudó si contarle o no a su amigo sobre aquella chica, pero finalmente decidió hacerlo. Total, nada va a perder con que él lo sepa.

— Yo también estoy saliendo con una chica, y es la amiga que llegó con tu chica a la fiesta.

— Jodas, no me digas que ya te la follaste, hermano. —Dijo Alberto, sonriendo, porque ya conoce cómo es su amigo de adicto al sexo y aquella chica se veía muy humilde.

— Podrás creer que aún no, por primera vez quiero a una mujer para algo serio. — Mintió, José Luis.

Unos días después...

Clara Isabel

Ya estoy cerrando la joyería porque ya terminé con mi jornada laboral y mi jefa me pidió que al llegar la hora cerrara, ya que ella hoy se tuvo que ir temprano por cuestiones personales.

Veo un auto de color negro que está afuera del negocio, pero no le pongo atención porque, como esta calle es bastante transitada, puede ser cualquier persona que lo ha dejado por aquí.

Estoy de espalda poniendo llave en la puerta y cuando me doy la vuelta me asusto y a la vez me emociono al ver que el chico de mis sueños está de pie con un ramo de flores y sonriendo. Me quedé embobada viendo su perfecta sonrisa y reaccioné hasta que él me habló.

— Hola, hermosa, aquí te envían este pequeño detalle. — Me entrega el ramo de flores, en colores rojo y amarillos, mi color favorito.

— ¿Quién me las ha mandado? —Le pregunté, frunciendo el entrecejo, porque según yo, no era él quien me las estaba regalando especialmente a mí.

— Ja, ja, ja, te las envía el mismo que te las entregó tonta. — Me dice él, con una sonrisa hermosa, y yo me derrito al verlo sonreír de esa forma. —¡Dios mío, será que ya me estás haciendo caer en los encantos de este hombre! —Me digo en mi mente.

— Gracias, están muy hermosas las flores, y te cuento que has acertado con mis colores favoritos.

— Eso es genial, ya nos empezamos a conectar, supongo.

— Ja, ja, ja, eso fue pura coincidencia.

— Bueno, como sea. Vamos, te llevaré a cenar, debes de estar muy hambrienta.

Nos fuimos en su auto a un restaurante donde de lejos se nota que debe costar mucho dinero, un tan solo plato de comida, pero bueno, si él me ha traído aquí es porque puede pagarlo.

— ¿Cómo te la has pasado este día? —Me preguntó el chico, bello y perfecto, cuando estábamos devorando un plato de camarones a la diabla.

— Muy bien, y mejoró aún más cuando recibí una visita inesperada de un chico junto a un hermoso arreglo floral. —Le dije y a él se le dibujó una sonrisa en el rostro que hace a cualquiera botar baba por él.

— Hermosa princesa, ¿quieres ser mi novia? —Me dijo de repente el chico, y yo hasta me atraganté con el jugo que en ese momento estaba tomando.

— ¿Qué dices? —pregunté incrédula, ya que no esperaba que un hombre tan guapo se fijara en mí tan pronto.

— Sé que lo escuchaste bien, pero te lo repetiré de nuevo para que estés más segura. — ¿Quieres ser mi novia? —Mira, si no me quieres responder, ahorita no te preocupes, yo te entiendo. Piénsalo y luego me das la respuesta.

—No necesito pensar nada, por supuesto que quiero ser tu novia, guapo. —Le respondí demasiado emocionada, y así nos dimos nuestro primer beso como novios oficiales.

Los días siguen pasando y cada vez se sienten que van como a la velocidad de un rayo y Clara Isabel, sigue aún más enamorada de José Luis, mientras que él sigue como siempre, revolcándose con cuánta mujer le sea atractiva ante sus ojos. Claro, está que lo hace sin que su ahora novia se entere.

Al trabajo de la chica nunca más ha vuelto a llegar para traerla a casa, porque teme que alguien le reconozca y Clara Isabel se dé cuenta de que en realidad es un empresario millonario y no la mano derecha de su jefe como él se lo ha hecho creer desde que se conocieron.

En cierta ocasión, Clara Isabel le pidió que la llevara a conocer su apartamento. Sí, él le ha dicho que vive en un pequeño apartamento junto a sus padres. Pero ese día le dijo que no la puede llevar allí porque sus padres no quieren que él tenga novia, ya que si él se casa ellos quedarán a la deriva porque él es el único que trabaja para llevar el sustento al hogar.

— No te preocupes, mi amor, yo te entiendo, y ya verás que, cuando tus padres me conozcan, me van a amar. —Le repite la inocente jovencita, tratando de hacer que él no se sienta mal por sus padres.

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