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Pondré todo mi empeño

Carlo por fin tenía en su poder a uno de los hombres que había secuestrado a Mía, el pobre hombre temblaba descontroladamente, haciendo vibrar la silla a la que estaba atado, su obeso cuerpo, ya estaba completamente amoratado de tantos golpes que había recibido, la mordaza al rededor de su boca, no ...