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Aisha se sobresaltó, tenía su cara a escasos centímetros de la de Ahmed.

—Lo siento yo….

El árabe no le permitió terminar la oración, la jaló hacía él y le dio un apasionado beso, ella se retiró pues necesitaba respirar, Ahmed frunció el ceño, pensó que quizá no le había gustado el beso.

—Te pido...