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Cuando una madre tenía cachorros, no importara como estos fueran o se comportaran seguían siendo parte de su sangre. El lazo era demasiado fuerte y si este se rompía podría enloquecer a cualquiera de ellos.

O esto fue lo que creyó Lukyan.

Respiraba agitado. Sus manos se abrían y se cerraban. Oía e...