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Capítulo 378 La mendicidad

Sus ojos habían perdido ese brillo travieso. Ahora, su rostro estaba pálido y sin vida.

El corazón de David se estaba rompiendo. Sacudió la cabeza, con lágrimas corriendo por su rostro.

—Sarah, no le hagas caso. ¡Es todo una tontería! ¡Todavía podemos tener hijos! ¡Soy tu esposo, tu querido David!...