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Lo prohibido es más tentador

—¡No te creo Sebastián...!— ella se cruza de piernas, dejando en vista su desnudes, puede ver cómo la mirada de su ex esposo se torna oscura

—debes... Creerme ¡Ay Ana me estás matando!— confiesa al verla tan sensual, en la isla

—¿Qué quieres, Sebastián?— pregunta susurrando, erizando la piel de Seba...