




Capítulo 5
Apenas llegó a su casa, después de pasar una exhaustiva noche con Tamara tomó la pequeña libreta de color rosa y comenzó a leer.
«Hoy conocí a mi jefe, es un hombre, hermosos, sexi y prepotente, como me gustaría encontrar a alguien como él para por fin dejar de ser virgen»
Demetrio abrió los ojos de par en par, era cierto ¡La fea era virgen! Sus manos comenzaron a sudar, y su amigo a despertar, la lujuria traspasaba su cuerpo.
« Hoy lo encontré teniendo sexo con la recepcionista, me da mucho asco, tantos lugares privados y el muy cochino lo hace en las oficinas…aunque como me fuera gustado ser yo la que estuviera en el lugar de la odiosa de Tamara »
Cerró la libreta de golpe, no podía leer más, su amigo estaba tieso cómo un palo, como si no acabará de tener pasión con su recepcionista. Era como si saber que Eva sentía algo de deseó por él, lo volviera loco.
¡¿Pero qué le pasaba? Si fue el primero que dijo que no era de su tipo!
Se dirigió al baño a calmar las ansias, para después quedarse profundamente dormido, deseando que fuera el día siguiente para poder verla, porque aunque Demetrio no quería reconocerlo, le gustaba su secretaria" fea " como jamás le gustó alguien…
….
A la mañana siguiente Evangelina se levantó con un terrible dolor de cabeza, y unas horribles ganas de vomitar.
«¿Qué hago aquí? ¡Sin ropa!» pensó al verse en el sofá de su apartamento completamente desnuda.
Eran aproximadamente las seis de la mañana, y aunque quería seguir durmiendo, tenía que trabajar en su proyecto, pues los fines de semana era el día que más le dedicaba a él.
Se ducho, y colocó una bata de seda transparente. Vivía sola, no tenía por qué cubrirse.
Desayuno leche con cereal, estaba ansiosa por recibir su pago, no tenía suficiente dinero para la despensa, y agradeció los días que comía en la empresa.
Se sentó en la sala, y apenas abrió la laptop recibió una video llamada de su amigo Santino, se había ido a Francia a trabajar ahí, y desde entonces no lo había visto.
—Hola, amor, ¿Cómo te va?— lo saludó con una sonrisa, Santino era su mejor amigo, incluso era el único que tenía, lo había conocido en la universidad, él iba unos años más adelantado que ella, pero era quien la defendía de los compañeros que le hacían constantemente bullyng.
—¿Cómo estás pequeño ratón? Cuéntame ¿Cómo te trata el Arrogante Demetrio Laureti?— dice del otro lado de la pantalla, Santino, de verdad era muy atractivo, Eva nunca entendió porque él se había hecho su mejor amigo, era diferente a ella en todo los sentidos, ojos verdes, alto, cabello castaño y sonrisa encantadora. Sin duda alguna el delirio de cualquier mujer.
—No me habías dicho que conocías a mi jefe y a su familia— dijo con una sonrisa.
—No, de hecho no lo conozco, solo conozco a Andrea, el abuelo, pero sí he oído cosas del don Juan, espero que no quiera conquistarte Eva — las mejillas de Evangelina se tornaron rojas.
—¿Qué pasa? ¿No me digas que Demetrio acaso te gusta Evangelina de las rosas Anderson ?— Eva pegó una carcajada, cada vez que Santino decía su nombre completo le causaba gracia.
—Tengo que trabajar en mi proyecto, te dejo — lanzó besos al aire con sus manos y apagó la computadora detrás.
«No, mi jefe no puede gustarme, además, le gustan las mujeres como Tamara» agarra sus cabellos con frustración. Aunque Eva, no quisiera reconocerlo, su jefe le gustaba y mucho.
La puerta del departamento de Evangelina suena, a ella le parece extraño que alguien esté tocando, no tienes amigos, y definitivamente Santino no puede haber sido.
«¿Quién será?» Piensa mientras camina descalza.
Se asoma por la pequeña ventanilla y enseguida sus piernas tiemblan como gelatina.
¡Su jefe está detrás de la puerta.!
—¡Rayos!— resopló, mientras él seguía tocando con insistencia.
¿Cómo es que sabe dónde vivo?— pensó nerviosa, y ahí es donde recordó lo que pasó la noche anterior.
«Qué vergüenza Evangelina, además que ingeriste alcohol, hiciste el ridículo»— habló en voz alta.
—Señorita Anderson, abra la puerta, vine a trabajar en lo del proyecto. — dijo él detrás.
Eva se movía de un lado al otro, de solo pensar que va a estar sola con su jefe le causó emociones extrañas.
Después de unos segundos, abrió la puerta y casi quedó sin aliento al ver a su jefe. Juraría que estaba más guapo de lo habitual, no llevaba puesto un esmoquin, se veía espectacular con pantalones deportivos y una camiseta deportiva. Su cuerpo tonificado lucía esbelto en una figura de hombre perfectamente ejercitado.
—¡Dios mío mujer! Te has tardado en abrirme.
—Disculpe señor — bajó la mirada, en el momento que Demetrio se percató de su desnudes debajo de su ropa.
La miró sin pudor, ¿Es que cómo no mirarla? parecía una persona totalmente distinta a la que está siempre en su oficina.
Sus pezones rosados sobresalían por la tela de seda transparente, y se podía notar su ropa interior, que a diferencia de la noche anterior lucia como de una caricatura, además llevaba el cabello suelto, cosa que la hacía verse aún más joven de como se ve de costumbre.
Es hermosa, si la miran bien pueden descubrir la belleza de la chica, así como Demetrio ha comenzado a descubrirla.
—Señorita Anderson, no puedo trabajar con usted en esas fachas — dijo serio, tratando de esconder la enorme erección que está creciendo en sus pantalones.
«Me estoy volviendo loco» Pensó frustrado, ya que la noche anterior había tenido que descargar su furia en contra de Tamara, pues Eva lo dejó sediento, aunque sencillamente el italiano parece no saciarse con nada.
—Lo siento señor, yo, ¡Oh por dios que vergüenza !— salió casi que corriendo, Demetrio no puede evitar reírse, es tan inocente y a la vez inteligente, y también es dulce y espontánea
«¿ Qué dices hombre?» Se reprochó a sí mismo, no quería aceptar la realidad: Su secretaria lo tiene loco por ella.
A los pocos minutos, Eva vino de nuevo ataviada en su ropa, y el encanto en los ojos de Laureti se esfumó enseguida, y volvió a su cara es desagrado.
—Necesito que trabajemos en ese proyecto Eva, quiero saber todo de eso, lo que piensas, las mejoras, recuerda que tenemos una reunión donde tú debes ir conmigo.— Demetrio explicó mientras se sentó en la mesa de Eva y tomó su laptop como si fuera de él.
Eva asintió en silencio, mientras se sentó a su lado y comenzó a platicar todas las ideas que le rondaron en su mente
Después de horas de trabajo, el estómago de Evangelina rugió ferozmente, tanto que Demetrio pudo escucharlo.
—¿Tiene hambre señorita Anderson? parece que tiene un león ahí dentro— dijo cerrando la laptop.
Eva sonrió nerviosa, mientras bajó la mirada algo avergonzada.
—A ver, ¿Por qué no preparas para mí algo delicioso? — le dijo el muy fresco recostándose en el sofá.
Eva lo miró mientras arqueó una ceja , ¿Y a este que le pasa? Pero no respondió nada, trató de tener un poco de cortesía con el arrogante y prepotente, además sexi de su jefe, es que si no fuera tan dios griego, ya lo hubiera mandado a comer monda.
—Disculpe, no creo que tenga nada que ofrecerle, aún no cobró el primer pago y la despensa está vacía— habló apenada.
Demetrio la miró, con un aire de tristeza en sus ojos, parece que le causa pena que haya personas que no tenga ni para comer.
—¿Y tus padres Eva? — le preguntó sin más.
—Viven en Georgia, no me gusta preocuparlos señor, aunque mamá insiste en que me vaya a casa, he estado empeñada en ser una ingeniera reconocida en esta ciudad. — habló con orgullo, ha estudiado mucho para lograrlo, y espera hacerlo en las empresas de su jefe.
—¡Mamá! ¿ Sabes? tengo años que no digo esa frase— Eva lo observo, parece que a fin de cuentas su jefe tiene su corazón, ya que al hablar de su madre sus ojos se llenaron de brillo.
Anderson intentó preguntar, pero mordió su labio con fuerza, al notar como Demetrio está tratando de reincorporarse.
—Mira, voy a pedir un servicio delivery para almorzar, y te voy a adelantar el mes de sueldo — Eva abrió los labios sin creerlo, a fin de cuentas Demetrio no es tan malo como cree.
—No es necesario señor, yo… que pena.
—No digas eso señorita Evangelina, gracias a ti logré cerrar ese negocio, es más, este mes es un regalo— respondió con una sonrisa que provocó que las bragas de Eva se empaparan.
Eva bajó la mirada apenada, y con algo de vergüenza tomó el cheque de su jefe.
«¿Dios mío porqué es tan bello y a la vez tan promiscuo?» Pensó al ver sus ojos azules.
Demetrio tomó el móvil. Al parecer, ni siquiera en fin de semana podía estar tranquilo, ya que las llamadas lo colapsaban hasta decir basta. Aunque Eva vio cómo él deslizaba las llamadas de números desconocidos con el dedo, y pudo asegurar que eran las tantas amantes que tenía su jefe.
—He pedido pizza, ¿Te gusta? — dijo Laureti mirando fijamente a Eva que había estado en silencio en frente de él.
—Pero…¡Usted no puede comer gluten señor!— dijo dudosa
—Ah, qué más da, ¿Qué me puede pasar por un poco de gluten? — respondió tranquilo.
A los pocos minutos llega un servicio de delivery , con refresco y pizza.
—Señor ,¿Qué pasó con su madre? — Eva le preguntó mientras llevaba una rebanada de pizza a su boca.
Demetrio respiró hondo.
—Murió de cáncer de mama hace cinco años,— dijo con nostalgia.
—Lo siento mucho, no quise hacerlo recordar — Eva respondió en un susurró, mientras ve como las mejillas de su jefe se mojan un poco.
«No puedo creerlo, el inalcanzable Demetrio Laureti llora» Pensó Eva mientras lo vio limpiarse.
—¿Y sabes que es lo más difícil de esto señorita Anderson?— preguntó, Eva negó con la cabeza, de verdad le encantaba cuando le decía señorita Anderson, eso la hacía sentir placer, era extraño pero cada vez que él le hablaba de ese modo, sentía su cuerpo hervía en una extraña sensación desconocida para la secretaria.
—Que mi padre en vez de apoyarme se alejó de mí a tal punto que casi no lo veo, se volvió frío y distante — Eva tragó grueso, las palabras de su jefe tocaron su corazón, a fin de cuentas es un ser humano que sufre como cualquiera.
—Gracias por escuchar— dijo Demetrio y giró su rostro, está al lado de Eva, que también volteó a mirarlo.
Por un segundo se quedaron ahí, mirándose fijamente, Demetrio pudo notar que Eva no lleva una pizca de maquillaje, y a pesar de eso su rostro es liso y suave, sus ojos de color gris brillan con intensidad y el un impulso retira sus lentes.
«¡Guao! Es realmente hermosa.» Pensó
Eva parpadeó, ve un poco borroso sin ellos, pero no tanto como para no notar los azules ojos de sus jefes que la miran con lujuria.
«No puedes caer en esta tentación Eva, tu jefe es un asqueroso promiscuo» Las palabras rodearon su mente, en el momento que, Demetrio se acercó a ella, que inconsciente, mordió su labio inferior con fuerza, ese acto enloqueció al italiano de gran manera, haciendo que su cuerpo se estremeciera, y su entre pierna palpitara.
Abrió sus labios lentamente, y comenzó a comer los de su secretaria, que en ese momento tenía una lucha interna por querer separarlo.
«No eres una cualquiera Evangelina» pensó, y aunque las sensaciones que sentía en ese momento eran placenteras, lo empujó con todas sus fuerzas.
—Escúcheme bien señor Laureti — habló mientras caminó de un lado a otro — no soy una de esas mujeres fáciles con las que está acostumbrado a acostarse, yo soy una mujer de honra y honorable, así que le advierto.
Demetrio sonrió de medio lado, le causaba gracia verla tan nerviosa y a la vez enojada, sus pupilas están dilatadas, y sus ojos estaban ardiendo en llamas.
—¿Que me adviertes?— se pegó a ella arrinconándola contra la pared detrás, pudo sentir su respiración y el exquisito olor a vainilla.
—¿Sabes algo Evangelina ?— habló en sus labios— me gustaría mucho saber que escondes detrás de tanta ropa.— Eva se sonrojó como un tomate, la respiración abandonó su cuerpo, los vellos de su piel se erizaron y su centro palpitaba con fuerza.
«No puedes caer en estás tentaciones Evangelina». Pensó con fuerza, aunque la razón ha comenzado a abandonar su cuerpo, el deseo incontrolable que siente por su jefe parece querer ganar esa batalla.
Eva lo empujó con todas las fuerzas que tiene y le dio una bofetada que hizo que Demetrio se estremeciera de dolor.
—¡¿Te volviste loca?!— gritó eufórico.
—¡Respéteme, señor Demetrio, yo no soy una mujerzuela, como Tamara!— gritó de vuelta en dirección al italiano que la miró con odio.
—¿Sabes qué? Tú no eres mi tipo, eres una niña tonta que se esconde tras gafas y ropa holgada — las palabras del italiano golpearon el corazón de Eva con rudeza, que lo miró con las lágrimas a punto de querer salir.
—¡Largo de mi casa!— señaló a la puerta.
El millonario subió la mirada e hizo una mueca, él ¿Siendo corrido de un lugar como ese? ¿Qué cree ella?
—¡¿Sabes que Evangelina?!¡ Estás despedida… me oyes…, despedida…!— Eva lo miró con suma tristeza, pero mantuvo su mirada altiva sin dejar de señalar a la puerta.
Demetrio salió dando un portazo fuerte en la puerta—¡¿Quién se cree ella para despreciarme? ¿A mí? El hombre más millonario de la región, ¡Del país!
Gritaba mientras subía a su auto último modelo, estaba herido y molesto, jamás en la vida ninguna mujer lo había despreciado, y Evangelina Anderson, que era una mujer "fea" y que no le interesaba en lo absoluto ¿O sí? Lo despreciaba de aquella manera, y eso definitivamente había dado con el ego del millonario.
Mientras conducía sintió un fuerte mareo, acompañado por un dolor en el pecho, le costaba respirar y sentía su cara arder.
Bajó el espejo del retrovisor y se miró con algo de dificultad, estaba totalmente hinchado, y casi no podía respirar.
…
Cuando Demetrio se fue, Evangelina se acostó en el sofá a llorar.
«¡Maldición! Era la oportunidad de salir adelante Eva» se reprochó, pero ella no tenía la culpa, solo tuvo compostura y no se dejó sobrellevar por el deseo carnal que prometía su sexi jefe. ¡ ¿O tal vez ella también quería dejarse llevar?!
«¿Que te costaba besarlo? Está tan guapo, sexi, tan papucho» mordió su labio al recordarlo, era sexi, muy sexi, y sus monos deportivos se lo habían demostrado aún más, porque se veía su notorio paquete, y una nalgas bien firmes y redondas.
Se acostó boca arriba y no pudo evitar recordarlo, ella deseaba más que él ese beso, deseaba mucho más de su jefe que eso, deseaba que fuera él quien rompiera la santidad que lleva años guardando. Pero tampoco quería ser solo una noche, ella sentía que aunque no era las más hermosa de todas, tenía un valor incalculable.
Apretó sus labios con fuerza, mientras relamía de él, sintiendo el fuerte y delicioso sabor de la boca del italiano, en ese momento su centro comenzó a palpitar con fuerza, y sin querer llevó su mano hasta ahí, en el preciso momento que su móvil comenzó a sonar.
Quitó la mano rápidamente asustada, como si alguien pudiera verla cometiendo ese acto carnal, y tomó el móvil aún algo agitada.
—Si…— contestó tratando de controlar su respiración.
—¿Usted es la secretaria del señor Demetrio Laureti?— Eva se quedó pensando unos segundo. no sabía qué decir o si aún era su secretaria, él acaba de despedirla.
— Lo que ocurre señorita, es que el señor está internado en la clínica, parece que está intoxicado y necesitamos a alguien que venga a hacerse cargo de él.— continuó la chica al darse cuenta de que Eva no respondía.