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33. No te compares

—¡Janeth! —Keith Morrison se acercó a abrazarla. —. Estás increíble...

—Increíble no es la palabra que pensé —respondió Janeth mientras le devolvía el abrazo brevemente.

—Toda la oficina está aquí —le dijo Keith—. Es lógico que tú también estés aquí.

—¿Pasa algo? —preguntó Janeth—. ¿Por qué están...