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¡Devuelveme el anillo!

—¡No es justo!— replicó Ada al ser ingresada a la mansión a la fuerza, donde su madrastra y Bianca, esperan cruzadas de brazos

—¡Que alivio!— en los labios de Sonia se dibuja una sonrisa ladina por la satisfacción de que hayan encontrado a Ada

—¿Cómo te atreves a irte?— le reclama Bianca —¡Estás mal...