




Capítulo 6
—Lo sé, lo sé—responde su amiga ignorando sus palabras tan frías y duras, aunque me da la ligera impresión de que está tan acostumbrada a su forma de ser qué tal vez ya ni siquiera note cuando él es así—es solo que sigo pensando que podrías pensarlo mejor.
—No necesito pensar nada, Anne. Te pido que delante de extraños, no menciones este tema ¿De acuerdo?—le sugiere mi jefe y aunque supongo que tiene razón en querer reservarse ese tema para sí mismo y sus conocidos, no puedo evitar sentir excluida de una mala manera, quizás porque desde que comencé a trabajar de forma independiente, mi vida social se fue por un caño y las únicas personas con las que convivo son exactamente mis clientes y al menos en esta ocasión, es la primera vez que me tratan así, tan distante y poco agradable.
—Lo siento, lo olvidé—expresa su amiga algo apenada, aunque no sabría deducir si se debe a lo que, sin querer, me revelaron o porque al parecer llegaron a ese acuerdo antes y ella simplemente lo olvidó.
Durante unos segundos solo se escuchan ligeros sonidos de nuestras cucharas chocando contra la porcelana blanca de los platos. El plato delante de mí está lleno de una especie de estofado con papas y carne qué tiene un aroma apetitoso.
—La última vez que me comunique con su hermano ya no pude darle las gracias por darme la oportunidad de trabajar—digo luego de tener esa misma sensación de pesadez cuando todos nos quedamos callados, lo cierto es que odio el silencio.
—Hablaron por correo ¿No es así?—declara y yo asiento con la cabeza para confirmar el porque no hubo exactamente un trato del todo directo.
—Así es, fue muy atento de su parte mandarme la ubicación exacta para llegar—le agradezco, ya que después de ese correo, él y yo, ya no pudimos comunicarnos.
—Te daré su número, me comentó que te pediría el tuyo, pero supongo que debe estar muy ocupado para hacerlo—comenta y entonces una pequeña risa nos interrumpe.
—No creo que haga falta a menos de que quieran romper el hielo—declara el señor Edgerton y me parece que esas palabras en realidad las dirige a mí, para burlarse de lo que le dije antes. Parece que él no perdona nada, ni siquiera porque él mismo fue quien me provocó.
Anne suelta una carcajada, aunque no creo que entienda bien qué es lo que pasa, sino que ha interpretado como una broma y no como una burla hacia mí.
—Bueno, tú no puedes verla, pero la señorita Adeline es muy bonita y sabes bien como es Sebastián—declara la señorita Anne, pero me parece que está jugando con él, llevándole la contraria, quizás para hacerlo enfadar, supongo que debe ser un hobie qué disfruta.
—Claro, lo conozco muy bien. Sebastián no pierde la oportunidad de ir detrás de un buen trasero y una bonita cara, si tiene ambas cualidades, seguramente lo tendrá como una mosca a un pedazo de mierda—declara mi jefe como solo él sabe hacerlo, su lengua es filosa igual que un cuchillo y me parece que no tiene miedo a usarlo cada vez que puede.
La señorita Anne se lleva una mano al rostro para ocultar la vergüenza que su amigo le hace pasar cada vez que sus labios sueltan su ponzoña.
—No le hagas caso—me suplica mientras se pone una mano en el pecho, apenada por lo que acabo de escuchar, aunque claramente sé que ella no tiene la culpa de que su amigo no sepa sobre educación ni de límites.
—Entiendo, no se preocupe—expreso mientras vuelvo la vista a mi almuerzo. El silencio incómodo vuelve, pero esta vez es un poco más tolerable porque ahora sé a lo que me arriesgo si me atrevo a hacer un comentario por más mínimo que sea.
Soy la primera en terminar de almorzar y al no tener ningún tema en común que no sea el trabajo, me siento incómoda al solo estar ahí, sentada sin hacer nada, solo observándolos.
—Si me disculpan, tengo una llamada que hacer—expreso mientras me levanto para retirarme. La señorita Anne me sonríe, pero mi jefe, tan frío como siempre, apenas hace una mueca disgustada, tal vez por hablar o interrumpir sus pensamientos. Camino hasta salir por la puerta y una vez en el pasillo suspiro, aliviada de no tener que estar en la misma habitación que ese hombre.
Busco mi teléfono móvil y enseguida hago la llamada, pero descubro que no hay una buena señal en el interior de la casa, así que me alejo hasta salir por la puerta principal y vuelvo a intentarlo. Mientras espero a que respondan mi llamada, observo la casa, la suntuosidad que emana de ella, pero ahora también percibo algo diferente, es como un peso que case sobre mi hombros, es pesado y frustrante, pero es más tedioso saber que tendre que pasar tres meses enteros aquí, con ese hombre.
—¿Hola?—responde mi amiga Natty.
—¡Oh! ¡Gracias a dios!—comento aliviada de poder escuchar una voz familiar— me alegra escuchar tu voz.
—¿Qué pasa, Adi? ¿Te sucedió algo?—cuestiona mi pobre amiga y su tono demuestra preocupación, si hay alguien en la que podría confiar mi vida, esa seria Natty, tan valiente y tan noble, tanto como para arriesgar su vida por mí o al menos eso es lo que suele decir cuando nos embriagamos, lo que solía suceder con mucha frecuencia antes de este trabajo.
—No, no, estoy bien, es solo que tengo la sensación de que este trabajo va a consumir mi alma por completo—me sincero con mi amiga mientras comienza a caminar por los alrededores. Natty suelta una pequeña carcajada y al final terminar por suspirar.
—Te dije que no lo aceptaras, estás demasiado lejos para poder ir a ver como te encuentras. ¿Sabes cuanto me costaría visitarte?—se queja y yo bien sé cuanto tuve que desembolsar para venir aquí, técnicamente estoy del otro lado del país.
—La distancia es lo de menos, Natty—me quejo dándole la razón cuando me advirtió que este trabajo era demasiado bello para ser verdad—mi jefe es un cascarrabias de lo peor.
—¿No dijiste que había sido muy amable?—pregunta recordándome las palabras que yo misma le había dicho para convencerla de que este trabajo era serio y mi jefe, aparentemente agradable.
—Bueno, técnicamente quien me contrato lo fue, pero para quien tengo que trabajar, es un bárbaro, nunca había conocido a alguien como él. Es un arrogante de lo peor.
—No te estoy entiendo del todo, Adi. ¿Podrías explicármelo más detalladamente y menos enfadada?—propone mi amiga comprendiendo que no la estoy pasando para nada bien y ella mas que nadie sabe que en realidad puedo ser tolerable con miserables como Nolens Edgerton, pero siempre habra un punto, un limite, antes de que explote, porque si, cuando ya no lo soporto mas, simplemente dejo las cosas tiradas sin importarme nada mas.
—De acuerdo— tomo aire y lo suelto tratando de relajarme— mi jefe es un idiota y su amigo y su hermana, quien me parece la chica mas adorable que he conocido, fueron quienes me contrataron para ayudarlo y al parecer vigilarlo.
—¿Porque vigilarlo?—cuestiona mi amiga algo extrañada por esa palabra porque aun no le he explicado lo mas importante de todo este asunto.
—Bueno, es que mi jefe es ciego y sus amigos parecen preocuparse de dejarlo solo porque van a salir del pais—le informo.
—¡Oh, ya veo, ahora todo tiene un poco de sentido!—dice mi amiga al reunir las piezas de este extraño rompecabezas— ¿Y dices que tu jefe ciego es un idiota de lo peor?
—Sí, un arrogante que lanzas indirectas a diestra y siniestra como si fuera algún tipo de juego—trato de resumir como me he sentido en prácticamente un día y medio luego de llegar, pero en vez de recibir palabras de aliento, Natty se empieza a reir.
—¡Ay, amiga!—dice entre carcajadas—te metiste en un serio problema.
—¿Por qué lo dices?— cuestiono algo preocupada de que ella pudiera notar algo en mi historia que yo hubiese pasado por alto por ser avariciosa.
—Bueno, es que si yo perdiera la vista tendría tan pésimo humor y tan pocas ganas de convivir con la gente como ese hombre—concluye y aunque, por un lado, suena lógico, lo cierto es que no tengo ni idea del cómo es que termino ciego.
—¿Y si nació así?—propongo, después de todo ese hombre parece arreglárselas muy bien sin más ayuda que su bastón.
—No creo que explique su mal humor, aunque eso si amiga, tendrás que aprender a ser más tolerable con ese hombre si sufre esa discapacidad—advierte mi amiga sellando mi destino, algo que en realidad ya intuía, pero solo quería que ella lo confirmara y no solo me diera ánimos, sino también consejos de que hacer.
—Supongo que no tengo otra opción ¿Verdad?
—No amiga, tendrás que tratar de soportarlo, no solo por cortesía, sino porque no queremos que te acuse de discriminarlo, porque seamos honestas, no puedes esconderte en la excusa de que es un idiota arrogante ¿No?—sugiere Natty y es cierto, cada jodida palabra es cierta. Si yo llego a abandonar este empleo de la nada, es la excusa que él expondrá, así que tiene todas las de ganar. Es lo malo del internet, que pueden acusarte de cualquier cosa distorsionando el contexto real para hacerte quedar mal.