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Capítulo 20

Las primeras tres noches fueron un tormento. Aún sentía en mis manos la presión de las ataduras, como si mi cuerpo se hubiese acostumbrado a la inmovilidad y ahora rechazara la libertad que le ofrecía la cama. Cada movimiento me parecía ajeno, extraño.

Necesitaba salir, respirar aire fresco, conven...