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Capítulo sesenta y siete

El nuevo día amaneció con una claridad inquietante mientras los rayos de sol pálido se filtraban a través de las altas ventanas de vitrales del palacio. El rey Nikolas, aún cansado por noches sin dormir y el amargo sabor de la traición, se sentaba solo en su estudio privado. Ante él yacía un montón ...