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Capítulo cincuenta y dos

Los primeros rayos del amanecer se deslizaban sobre el horizonte, bañando el claro con un resplandor dorado. El mundo estaba quieto y silencioso, como si contuviera la respiración en anticipación. En el corazón del bosque, donde las sombras danzaban y los secretos susurraban, un nuevo día comenzaba—...