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Capítulo cincuenta y uno

El sol apenas había comenzado su ascenso cuando un sonido distante rompió la quietud del claro. Era un golpeteo rítmico, como el latido de la propia tierra, que se hacía más fuerte e insistente con cada momento que pasaba. Nikolas, que estaba ocupado con las tareas matutinas, se detuvo, sus sentidos...