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Capítulo cuarenta y nueve

La luna colgaba baja en el cielo nocturno, proyectando un resplandor plateado sobre el paisaje escarpado. El aire era fresco y nítido, lleno del aroma de pino y tierra. Era una noche como ninguna otra, una noche que prometía tanto peligro como revelación.

Nikolas estaba al borde del claro, sus ojos...