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Capítulo veintisiete

Mientras estaba junto a la gran ventana de nuestro palacio, contemplando los exuberantes jardines bañados por la luz dorada del atardecer, no pude evitar sentir una profunda sensación de alegría y nostalgia. Habían pasado dos años desde que animamos a nuestra hija Aurora a salir con el príncipe Cedr...