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Capítulo dieciséis

El amanecer se filtraba a través de las cortinas, proyectando un suave resplandor sobre el caos que se había convertido en mi ritual nocturno. Los sueños de reuniones clandestinas y amenazas susurradas se habían vuelto tan regulares como el amanecer. La voz de Everett, una siniestra melodía de malic...