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Capítulo 53: Terrible casualidad.

La noche había caído.

El sonido del mar quebrantaba agradablemente el silencio de la playa. La brisa salina le acariciaba el rostro con la gentileza en que lo haría una hermosa dama. Una copa de vino tinto en su mano izquierda y un cigarrillo medianamente consumido en su derecha, eran, igual que si...