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Capítulo 42: Sus sinceras palabras.

Era un nuevo día en New York, un nuevo día para vivir, y un nuevo día para saber la verdad. Las manos le sudaban, y en su frente había pequeñas gotitas de sudor que se escurrían por su rostro debido al nerviosismo. El estómago le dolía, aunque era difícil saber si era por hambre, o por ansiedad, pue...