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Laberinto sin salida

—¡Eres una salvaje!— espetó en voz alta la señora Hortensia al ver el rostro de su hija lleno de torta y crema pastelera —¡Esto no se va a quedar así!— le hierve la sangre porque se siente humillada y más en un lugar tan prestigioso

—¡Te maldigo! ¡Te maldigo María!— exclama Natalia mientras su madre...