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Empieza el juego

El teléfono de Gigi no dejaba de sonar.

Tarjetas bloqueadas. Cuentas congeladas. Alquiler sin pagar. ¿Su lujoso condominio? Perdido. ¿Los bolsos? Confiscados por deudas. ¿El personal? Se fue en cuanto sus salarios rebotaron. Incluso el chef que solía preparar sus batidos matutinos le envió un mensa...