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Capítulo 13 Vestirse con tu mejor blues

Enamorarse es como saltar de un edificio muy alto, tu cabeza te dice que eres un idiota, que vas a morir, pero tu corazón te dice que no te preocupes, que puedes volar. La primera vez que la vi, mi corazón me susurró que ella era la indicada, que ella es mi edificio. Cuando la miro, sé que puedo volar.

Despertar junto a ella es la mejor clase de maravilla que puedes sentir. Este es un momento por el que puedo vivir, un momento que define la felicidad.

—Buenos días, cariño.

—Hola, soldado, ¿ya es de mañana?

—Por la luz del sol que entra por la ventana, estoy seguro de que sí.

—¿Mierda, dormí aquí anoche?

—Sí, cariño, y déjame decirte que es la mejor noche que he dormido en meses.

—Bueno, no planeé las cosas de esa manera, pero me alegra haber podido ayudar.

—¿Así que no planeaste seducirme anoche?

—Eh, la última vez que revisé, eras tú quien me estaba besando hasta quitarme la ropa, soldado.

—Hasta donde recuerdo, no te quejaste ni me pediste que parara.

—Soldado, pruebas esos labios todos los días, estoy bastante seguro de que sabes lo bien que se sienten.

—¿Hahaha, pruebo mis propios labios, dices?

—Bueno, eso suena un poco raro, pero entiendes lo que quiero decir.

—No, cariño, tendrás que mostrármelo de nuevo.

Ella rueda suavemente su cuerpo sobre el mío.

—¿Te estoy lastimando, soldado?

—No, cariño, definitivamente no me estás lastimando, pero me estás poniendo cachondo.

—Hahaha, eso no va a pasar, estoy casi segura de que escuché a tus padres despiertos.

—La puerta está cerrada con llave, no pueden entrar.

—No, no va a pasar, soldado.

—Entonces al menos dale un beso al hombre.

—Tus besos no se quedan solo en besos.

—¿Qué es lo peor que puedo hacer? ¿Quitarte la ropa?

—Ellas están...

—Oh sí, tienes razón, ya están fuera.

Ella presiona su piel desnuda contra la mía. Puedo sentir sus pezones erectos perforando mi piel.

—¿Cuánto quieres que te ruegue, cariño?

—Depende, ¿por qué estás rogando, soldado?

—Por ese beso que pensé que me ibas a dar.

Su aliento está en mis labios, y tiemblo un poco por la sensación. Su cabello está en mis ojos. Su mirada intensa me atraviesa y mantiene mi corazón latiendo tan rápido que apenas puedo respirar. Nuestra piel se toca, nuestros labios se encuentran, nuestros ojos se buscan. Y una fuerza más grande que ambos, más grande que cualquier cosa imaginable, nos supera sin previo aviso. Y en un instante es como si el mundo hubiera desaparecido, nada más existía, solo yo y ella.

Nuestra respiración se ralentiza y nuestros corazones laten juntos. Ella roza sus labios contra los míos, se sienten suaves y cálidos. Su lengua acaricia suavemente mis labios, rogándoles que se abran. Muerde mi labio inferior hasta que la dejo entrar. En el segundo en que la punta de su lengua encuentra la mía, mi cuerpo se desmorona. Me está besando con tanta pasión y tanto hambre. Nuestras bocas se funden en una, nuestras lenguas se entrelazan. Ella se aparta y me mira a los ojos, yo la miro de vuelta y la beso con fuerza de nuevo.

—Mierda, cariño, quiero perderme entre tus piernas.

—Mmmm, eso suena muy tentador, pero no. No voy a dejar que tu mamá me escuche gemir.

—Cariño, probablemente ya lo hizo anoche.

—Oh dios, por favor no me digas eso, ¿cómo voy a enfrentarla esta mañana, especialmente con la misma ropa que tenía anoche? ¿Crees que me verán si simplemente salgo?

—O están en la cocina o sentados en la sala, de cualquier manera, van a ver tu dulce trasero gimiendo salir por la puerta principal.

—Urgh, esto es un desastre, y me alegra que lo encuentres tan malditamente divertido.

—Vamos a ducharnos y luego puedes ponerte uno de mis pantalones deportivos con una camiseta.

—Igual van a saberlo.

—Es la ropa vieja de ayer o mi ropa limpia, elige, igual van a pensar lo que quieran pensar, no importa lo que lleves puesto.

—Está bien, optaré por parecer un soldado.

Me deslizo de debajo de las sábanas y me siento en el borde de la cama. Me levanto sobre una pierna y salto hacia la ducha. Siento que ella me está mirando, si esto hubiera sido hace unos días, me habría importado, pero ahora de alguna manera me siento cómodo moviéndome así frente a ella. Llego a la ducha y empiezo a abrir el agua.

—Cariño, ¿vas a venir o a quedarte mirando mi sexy trasero saltando en una pierna?

—Voy, soldado.

Entro a la ducha, sosteniéndome de la pared para no resbalar.

El agua corre por mi cabello, por todo mi cuerpo. Una ligera brisa me hace cosquillas en la piel. Sé que ella está ahí. No tiene que decir una palabra. Puedo sentir sus ojos mirándome mientras me ducho. Mis ojos permanecen cerrados mientras enjuago el champú de mi cabello.

Cuando finalmente abro los ojos, la veo entrar a la ducha conmigo. Maldita sea, es un espectáculo para contemplar, especialmente cuando está desnuda frente a mí. Me hago a un lado para permitir que la ducha la rocíe con gotas que no hacen más que acentuar sus hermosas curvas, brillan en sus brazos y se deslizan por sus pechos. Observo las gotas correr por su vientre y sobre su cintura.

Ella agarra dos esponjas de baño y vierte gel de baño en ambas, una para mí y otra para ella, para que podamos lavarnos mutuamente. Ella se da la vuelta para que pueda frotarla, primero su espalda, luego su cuello. Luego froto sus piernas. Entonces ella se gira para mirarme. Comienza a lavar mi pecho, mis hombros, mi cuello y luego mi espalda. Una vez que terminamos, agarro una toalla y la envuelvo alrededor de mi cintura y regreso a la habitación.

—Cariño, ¿esto estará bien?

Le entrego un par de pantalones deportivos negros con una camiseta roja.

—Pensé que me ibas a vestir como una chica marina.

—Siempre puedo darte mi uniforme de servicio.

—No, creo que me quedaré con esto entonces.

—Pero siempre puedes ponértelo para mí, soldado, me encantaría tener algo por lo que babear.

—Y yo que pensaba que ya era suficiente así para que babearas.

—Cariño, esto que tengo frente a mí no es material para babear, es material para querer destrozarte y hacerte el amor dulcemente.

—¿Entonces qué te detiene?

—Eh, tus padres que están muy despiertos.

—Hahaha, déjame vestirme para poder ir y avergonzarte.

Después de vestirme y recomponerme, nos dirigimos a la cocina, ella está unos pasos atrás, escondiéndose detrás de mí.

—Buenos días, hijo mío —mi mamá es la primera en saludarme.

—Buenos días, mamá.

Matt ve a Isabella escondiéndose detrás de mí, encontrándolo bastante divertido, siente la necesidad de señalarlo mientras la saluda casualmente. Mi mamá asoma la cabeza por encima de mi hombro y sonríe.

—Oh, ¿eres tú, Isabella? No te vi escondiéndote detrás de Clay.

—Vamos, mamá —dice Matt—. Lo único grande de él es su cabeza, no hay mucho detrás de lo cual esconderse.

—Así como no hay mucho en esa cabeza tuya —digo mientras le doy una palmada en la cabeza a Matt.

Mi padre solo sacude la cabeza mientras se vuelve hacia mí—. ¿Qué es eso que escuché sobre que golpeaste a un tal Paul en mi casa anoche?

—Bien hecho, Matty, nunca sabes cuándo mantener esa boca cerrada.

Isabella, que todavía se esconde detrás de mí, ahora se pone frente a mí y se ve muy seria—. Espera un momento, soldado, no pensé que hablabas en serio anoche. ¿Paul realmente estuvo aquí?

—Ahora explícaselo a ella, Matty, maldito idiota.

—No puedo creer su maldita desfachatez. Lo siento, señor y señora Jackson, pero eso es simplemente cruzar una línea. Hablaré con él al respecto. No volverá a suceder, se lo aseguro.

—Cariño, confía en mí, no volverá aquí y si pone un pie cerca de ti, estará tan muerto como la tierra.

—No te preocupes, querida —mi mamá extiende la mano para tomar la de Isabella—. Los chicos siempre tienen todo bajo control, ¿por qué no me ayudas con el desayuno mientras ellos se preparan para Betty?

Toda la habitación se queda en silencio con cada sílaba que sale de su boca—. ¿Betty? ¿Qué hace Betty aquí?

—Querida, dijiste que podía venir a entrevistarte para el periódico.

—Sí, avísale a mamá cuándo puede venir.

—Bueno, me avisó esta mañana.

—¿Así que dejamos todo por la vieja chismosa?

—Clay, eso no es necesario, Betty es un activo para este pueblo.

—Sí, su trasero está bastante asentado fuera de la floristería metiendo su nariz en los asuntos de todos.

—Hahaha —Isabella es la primera en estallar en carcajadas—. Dios, eso es gracioso.

Matt la sigue poco después—. Hahaha, esa mierda es hilarante.

—Oigan ustedes dos, la pobre Betty está sola —dice mi mamá tratando de sonar compasiva.

—¿Qué?! —grito frustrado—. Tiene como siete malditos gatos. ¿Cuándo tiene tiempo para estar sola entre chismear y jugar con sus gatos?

—Joven —dice mi papá mientras me mira fijamente—. Ve a ponerte tu uniforme de gala antes de que ella llegue.

—Vamos, en serio papá, ¿es realmente necesario?

—Vete, Clayton, no quiero escuchar otra queja de ti.

Me vuelvo hacia Isabella y la aparto de donde está batiendo unos huevos—. Cariño, por favor ven conmigo.

—Te falta una pierna, no una mano —dice mi mamá mientras jala a Isabella de vuelta—. Puedes vestirte solo.

—¡Mamá!

Me dirijo de nuevo a mi habitación para cambiarme al uniforme de gala de los marines. De todos los uniformes, este es el que más me gusta. El uniforme de gala es un abrigo azul oscuro con un cuello mandarín ribeteado en escarlata y pantalones azul cielo con "rayas de sangre" en los costados.

Me miro en el espejo. Esto trae de vuelta tantos recuerdos, muchos más buenos que malos, realmente extraño el cuerpo, extraño estar en la línea del frente, simplemente extraño ser un marine. Antes de dejar que mi mente divague más y para evitar romper en llanto, salgo de la habitación.

Al entrar a la cocina, mi rostro busca inmediatamente a Isabella. Necesito ver que está bien, que esto no le trae malos recuerdos de su esposo. No puedo verla.

Siento un par de manos envolviéndome por detrás alrededor de mi cintura.

Ella me susurra al oído—. Hola, soldado, debería haber ido contigo a cambiarte en este uniforme tan sexy, te ves lo suficientemente bien como para devorarte.

—Siempre puedo inventar una excusa para que desaparezcamos.

—Mmmm, estoy totalmente de acuerdo.

Me cuesta encontrar las palabras. Aclaro mi garganta y hablo—. Eh, esto necesita algunos ajustes, Isabella, cariño, ¿puedes venir a ayudarme?

—Oh no, ustedes dos no —mi mamá se detiene para pararse directamente en nuestro camino—. No van a escabullirse para tener sexo.

—¡Mamá! ¡No íbamos a hacerlo!

—No le mientas a tu madre, Clay, escuché todo tu plan.

—¡Mamá! ¿Por qué estás escuchando mi conversación?

—Porque no hablas precisamente en voz baja.

—Mamá, estábamos susurrando.

—Hijo —interrumpe mi papá—. Tu mamá puede escuchar absolutamente todo, la mujer no es normal.

—Richard, será mejor que vayas a abrir esa puerta antes de que te dé una bofetada. Creo que acabo de escuchar el coche de Betty detenerse.

Mi papá nos deja a mí, nervioso, y a dos mujeres muy emocionadas en la cocina. Siento como si mis entrañas pudieran caer al suelo de lo nervioso que estoy.

Betty y mi padre se unen a nosotros en la cocina—. ¡Holaaaa, mi soldadito! ¿Estás listo para esta entrevista? Esto va a ser súper divertido.

Con ella viene un tipo que nunca he visto antes, parece que está grabando todo esto y también está el pobre fotógrafo que tiene que seguir a la vieja Betty a donde quiera que vaya.

Esto está a punto de convertirse en un gran espectáculo. Mis secretos más profundos están a punto de ser revelados.

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