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Un suave golpe se escuchó en la puerta. Annabel deseó en silencio que no fuera su Maestro, no estaba lista para verlo.

¿Cuánto tiempo evitaría la conversación?

Se arrastró más cerca y abrió la puerta de un tirón.

—Me pidieron que te diera esto —dijo el Número 4 y le entregó una bandeja con comida...